Sobre el marxismo árabe. A propósito de dos publicaciones recientes

  • Fadi A. Bardawil. Revolution and Disenchantment: Arab Marxism and the Binds of Emancipation. Durham, Duke University Press, 2020.
  • Hicham Saffiedine (ed.) Arab Marxism and National Liberation: Selected Writings of Mahdi Amel. Leiden, Historical Materialism, 2020.

Marcelo Starcenbaum

Si bien disímiles en cuanto a sus modos de aproximación, dos libros recientemente publicados permiten apreciar la colocación del marxismo árabe como objeto de estudio de la historia del marxismo y la historia intelectual. Revolution and Disenchantment, de Fadi Bardawil, está orientado a una reconstrucción de las trayectorias intelectuales de los miembros de Líbano Socialista, una organización de izquierda relevante en la década de 1960. Contextualizando esta experiencia en los marcos de la nueva izquierda global, este libro analiza las inscripciones en la tradición marxista realizada por los intelectuales libaneses Waddah Charara (1942-), Fawwaz Traboulsi (1941-) y Ahmad Beydoun (1942-). Si bien centrado en aquel contexto histórico, la investigación también da cuenta de los derroteros posteriores del marxismo árabe, lo cual es realizado a partir de la reconstrucción de la trayectoria intelectual de Charara. Arab Marxism and National Liberation, editado por Hicham Saffiedine, constituye un esfuerzo por recuperar la producción del marxista libanés Mahdi Amel (1936-1987). Conocido fundamentalmente por sus trabajos sobre el colonialismo y el subdesarrollo, Amel desarrolló una obra relevante que atendió los problemas relativos a la interpretación de las sociedades árabes y la elaboración de estrategias políticas para su transformación.   

La reconstrucción realizada por Bardawil da cuenta de los grandes desafíos teóricos y metodológicos relativos al abordaje del marxismo árabe. En primer lugar, el remanido problema del orientalismo. Como es sabido, el impacto de la crítica saidiana a finales de la década de 1970 y el despliegue de los programas subalternista y poscolonial en las décadas de 1980 y 1990 han sedimentado una visión esquemática del desarrollo del marxismo en Oriente –entendido éste en un sentido restringido o en uno amplio que refiere a las regiones no europeas del globo. En dicha visión, el marxismo se habría escindido en una corriente historicista y modernizadora –que aplicaba al mundo árabe variables analíticas eurocéntricas estructurando un relato centrado en las transiciones y sus incompletitudes– y en una autoctonista –que renegaba del marxismo como un corpus teórico capaz de dar cuenta de una realidad singular absolutamente diferenciada de la europea. En la senda argumental de las críticas realizadas a las tesis de Said, Bardawil advierte sobre los riesgos de naturalizar la distinción entre Oriente y Occidente, relativizar las dinámicas y contradicciones históricas de las sociedades árabes, e invisibilizar las corrientes de pensamiento árabe y musulmán que no tuvieron a Europa como el sujeto soberano de sus interpretaciones. La recuperación de las producciones de Charara, Traboulsi y Beydoun permite dar cuenta de una tradición de pensamiento marxista cuyos intereses no radicaban en la problemática de la modernización, el atraso y la religión.   

El segundo desafío, vinculado con el problema del orientalismo, tiene que ver con los modos de aproximación al marxismo árabe en tanto objeto de la historia intelectual. El trabajo emprendido por Bardawil busca trascender el análisis circunscrito al campo de las ideas para dar cuenta de la compleja relación establecida entre los desarrollos conceptuales del marxismo árabe y diferentes instancias de la vida social tanto en la región como en el resto del globo. En este sentido, el trabajo se orienta hacia una “etnografía de la producción de discursos teóricos”, la cual busca delimitar la circulación y los efectos políticos de las ideas en los espacios políticos del mundo árabe. A su vez, las producciones teóricas son entendidas como un modo de articular en la práctica problemas fundamentales de las política transformadora, tales como el rol de los intelectuales como vectores de la teoría revolucionaria, la organización como mediadora entre la teoría y la práctica, y las ataduras conservadoras de las sociedad árabes (especialmente las relaciones comunales). El trabajo también encara la imaginación teórica del socialismo libanés en el marco de “una compleja historia transnacional”, en la que cumplen un rol destacado los viajes hacia las metrópolis de los intelectuales árabes, su transformación en líderes revolucionarios al regreso a sus países y su vinculación con el mundo académico una vez declinado el ciclo revolucionario.

Estas elecciones teóricas y metodológicas redundan en una jerarquización de la traducción y la circulación de las ideas como elementos capaces de dar cuenta de la complejidad de los procesos de producción teórica. Alejada de una imagen de mundo árabe que hace de él un mero espacio de recepción de ideas europeas, la reconstrucción prioriza las “corrientes multidireccionales de traducción” que hacen circular el marxismo desde Europa hacia los países árabes pero también en la dirección inversa. En este marco, los viajes hacia las metrópolis ocupan un rol analítico fundamental, en tanto constituyen instancias que permitieron el desarrollo de una subjetividad política que desafiaba las lógicas de la profesionalización en la trayectoria de los intelectuales árabes. De esta manera, el trabajo ubica los itinerarios del marxismo árabe en un “horizonte trilingüe” en el cual se cruzan de manera productiva sujetos e ideas pertenecientes a los mundos árabe, francés e inglés. Contra una visión unidireccional de la circulación de las ideas, la reconstrucción de Bardawil atiende el proceso complejo de traducción al inglés y al francés de textos producidos en el Tercer Mundo, y su posterior circulación en el mundo árabe. Resulta interesante destacar que esta atención a la multidireccionalidad de la circulación de las ideas no implica una desatención de las desiguales relaciones de poder entre Europa y el mundo árabe. La reconstrucción realizada en este trabajo es entendida en términos de la recuperación de una tradición teórica ignorada que da cuenta de un cierto “inconsciente metropolitano” de las tradiciones teóricas consolidadas a nivel global.       

El recorrido por las trayectorias del marxismo árabe delinea entonces una historia compleja atravesada por procesos políticos regionales –la Nakba, la Guerra de los Seis Días, la Revolución Islámica– y globales –la Guerra Fría, la descolonización, las revueltas estudiantiles. La reconstrucción realizada por Bardawil caracteriza en conjunto a dicha historia como una conversación intergeneracional acerca de las posibilidades y los obstáculos de la emancipación. A su vez, dicho esfuerzo es analizado en términos de cada uno de los contextos. Así, mientras que en la década de 1960 los marxistas árabes desarrollan una crítica de la ideología nacionalista y de los regimenes políticos progresistas, en la de 1980 llevan cabo una investigación sobre las lógicas sociales y las modalidades del poder de las solidaridades subnacionales. La delimitación de la trayectoria intelectual de Charara le permite al autor hablar de una generación que pasó de la nación a la clase y de la clase a la comunidad. De modo lateral, la reconstrucción también da cuenta de ciertos desplazamientos en las reflexiones de esta generación, tales como la incorporación de esquemas interpretativos maoístas que permiten someter a crítica las formas organizativas propias de la izquierda árabe o la defensa del corpus marxista frente a los argumentos sobre el orientalismo desarrollados por los intelectuales árabes en la diáspora.

En el caso del volumen que compila los escritos de Amel, el análisis no está tan enfocado en la reconstrucción histórico intelectual como en la delimitación de un conjunto de variables teóricas y políticas. Luego de una breve presentación de Gilbert Achcar en la que caracteriza a Ahmel como la figura más prestigiosa del Partido Comunista Libanés desde la década de 1960 y destaca el vínculo entre teoría revolucionaria y práctica política a lo largo de su trayectoria intelectual, la introducción de Hicham Saffiedine ubica a Amel en el marco de los debates del marxismo contemporáneo. Al definirlo como marxista anti-colonial, esta lectura aborda sus escritos como la producción de una teoría marxista que tomaba la realidad de la sociedad colonial como el punto de partida de su análisis. En este sentido, se destaca la comprensión del subdesarrollo en los propios términos de la realidad colonial, lo cual alejaría a Ahmel de las interpretaciones de la sociedad colonial en términos de “periferia” o “Tercer Mundo”. El mismo afán demarcatorio se percibe en la contraposición de Ahmel con las implicaciones políticas y teóricas de las tesis poscoloniales y decoloniales. La introducción a sus textos destaca que el anclaje anti-colonial del marxismo de Ahmel constituye un elemento que permite desmentir las acusaciones recurrentes que hacen del marxismo una teoría únicamente válida para la realidad europea o una corriente de pensamiento necesariamente destinada a convertirse en un dogma.  A su vez, enfatiza el hecho de que Ahmel utilizara más el concepto de “liberación” que el de “decolonización”, en tanto el primero refiere a una resistencia orientada hacia el futuro por parte de los colonizados y el segundo evoca un proceso pasivo de regreso a un pasado pre-colonial.

Los textos de Amel compilados en este volumen permiten dar cuenta tanto de su singular posicionamiento teórico –un marxismo-leninismo heterodoxo influenciado por Althusser– como de la multiplicidad de objetos sobre los cuales se detuvo su reflexión –sectarismo, islamismo, orientalismo, modernidad, cultura, revolución. Resalta en primer lugar sus desarrollos alrededor del “modo de producción colonial”, un concepto alrededor del cual interpretó de un modo singular las relaciones entre colonialismo y subdesarrollo. La importancia otorgada por Ahmel a la cientificidad del análisis se verifica en su insistencia en propiciar una revolución metodológica que permitiera dar cuenta de las modalidades y causas estructurales del subdesarrollo de los países árabes. La orientación althusseriana de sus investigaciones es claramente perceptible en el abordaje de la sociedad árabe en términos de resultado de la coexistencia de diferentes modos de producción y en el análisis de la relación entre países coloniales y colonizadores en una clave anti-hegeliana de contradicción compleja. En cuanto a la problemática de la ruptura de la relación colonial y la transición al socialismo, los textos de Amel dan cuenta de las particularidades de una crítica marxista a las experiencias nacionalistas: no correspondencia entre independencia y transición al socialismo, reemplazo de burguesía colonial por pequeña burguesía nacional, sustitución de la lucha de clases por liderazgo de la figura gobernante. Finalmente, los textos permiten recuperar ciertas dimensiones de la crítica realizada por el marxismo árabe a las tesis de Said en torno al orientalismo de la obra de Marx, tales como el borramiento del carácter histórico de las ideas y la liquidación de toda una franja del pensamiento árabe que había encontrado en el marxismo una herramienta para la interpretación y la transformación de sus sociedades.