Emociones, gestos e imágenes

Luis Martínez Andrade

Durante este fatídico mes de mayo, mientras los pueblos de Palestina y de Colombia eran por enésima vez masacrados, dos imágenes le dieron la vuelta al mundo. La primera fue la de Marino Hinestroza, mediocampista del club brasileño Palmeiras, sosteniendo una franela con la inscripción: “SOS Colombia” en referencia al vergonzoso silencio de parte de las instituciones internacionales en torno a la sangrienta represión padecida en tierras colombianas. Fruto de la cantera del América de Cali, Hinestroza, erguido y con mirada desafiante, era, en ese momento, una metáfora de la larga resistencia de los pueblos afro-colombianos. La segunda imagen fue la de Riyad Mahrez agitando, en la celebración de del titulo de la Premier League, la bandera Palestina. Capitán de la selección argelina, el gesto de Mahrez concentró en ese instante la admiración que ha despertado – y sigue despertando – la lucha anticolonial del pueblo palestino. Ambas estampas son portadoras de expresiones colectivas de emociones.
Para Georges Didi-Huberman el verdadero gesto filosófico radica en asombrase ante una cosa, un ser o una experiencia . Además, nos dice el filósofo francés, en el proceso de transformación (tanto individual como colectivo) hay que atreverse a mostrar su emoción y, por tanto, exponerse. Ahora bien, la emoción es un “movimiento fuera de sí”. Es, a la vez, un movimiento “dentro de mí” y “fuera de mí”. Por medio de los gestos, las emociones pueden desplegar su carga explosiva y, en ese sentido, contribuir al proceso de cambio. “La emoción, sostiene Didi-Huberman, no puede definirse como un estado de pura y simple pasividad” . Por tanto, para que las emociones nos transformen y transformen la realidad, éstas deben transformarse en pensamientos y en acciones. A través del análisis de “El acorazado Potemkin” (1925) del cineasta soviético Serguéi Eisenstein, Didi-Huberman explica su teoría de las emociones y llega a la conclusión que, si bien no se puede hacer política solamente con sentimientos, tampoco se puede hacer “buena política” anulando nuestras emociones.
Mientras circulaba en las redes sociales el hagstag: ¡Resiste como Palestina, Lucha como Colombia!, las imágenes de Marino Hinestroza y de Riyad Mahrez condensaban el potencial emancipador de las emociones. Cual si fuera un terremoto ontológico, ambos gestos son una necesaria provocación de la emoción para que nos atrevamos a rescatar nuestra verdadera esencia humana: la capacidad de tomar partido por las víctimas.