Elecciones 2021: resultados encontrados

Víctor Iván Gutiérrez

El proceso electoral del pasado domingo significó un referéndum sobre el gobierno de López Obrador y la Cuarta Transformación. Esta fue la apuesta de la alianza derechista, del Presidente y también de la errática dirigencia nacional de Morena. Con base a los datos disponibles, estamos en condiciones de asegurar que un sector mayoritario de la población mexicana refrendó su respaldo a López Obrador y a su gobierno: 11 de 15 gubernaturas, la conservación de la mayoría de la Cámara de Diputados y la conquista de numerosos ayuntamientos.

No se debe olvidar que, este proceso electoral, se dio en el contexto de las afectaciones económicas, psicológicas y sociales que provocó la peor pandemia de los últimos cien años; la contracción que ha venido sufriendo el sistema-mundo capitalista desde inclusive antes de la pandemia; la carretada de dinero local y extranjero que destinó la alianza opositora; la intoxicación mediática de los llamados «medios de comunicación»; y la imposición de una infinidad de candidaturas impresentables que obligó a numerosos militantes y simpatizantes de la <<4t>> a «cubrirse la nariz» y votar por el candidato que tuviera las siglas de Morena.

Por lo tanto, en un contexto tan accidentado como éste, los resultados obtenidos por la alianza «Juntos haremos historia» resultan positivos y no deben menospreciarse. Tampoco se debe pasar por alto que la alianza opositora no tenía como objetivo avanzar políticamente, sino derrotar a Morena a nivel nacional. Hoy hay una verdad inocultable y ésta es que, el mapa nacional, se tiñó de guinda, lo cual, en los hechos, le permite tener un mayor margen de gobernabilidad al Presidente, así como también aumentar la cantidad de aliados a nivel federal.

Para un partido, con escasos siete años de antigüedad, que haya obligado a aliarse a los otrora partidos hegemónicos de México (PRI-PAN-PRD), significa un caso inédito, no sólo en la historia de nuestro país, sino prácticamente en la historia global contemporánea. En los hechos, el avance del contradictorio partido es sorprendente.

Por otra parte, los resultados en el poniente de la Ciudad de México exigen una reflexión detallada. Todo indica que la derrota en numerosas alcaldías no obedece únicamente a los errores de la dirigencia del partido. El tema es más profundo, pues pese a que las candidaturas de Morena en el interior del país (y en el lado oriente de la Ciudad de México) no fueron consensuadas, la gente le refrendó su apoyo al presidente. Aquí ocurrió un fenómeno contrario, sectores importantes de la sociedad capitalina, salieron masivamente a votar en contra de López Obrador y la Cuarta transformación.

Por lo tanto, en el inevitable ejercicio de evaluación, se requerirá discutir qué tanto la derrota en las demarcaciones con mayor poder adquisitivo se debió a una derrota en el orden de lo subjetivo. Porque tal y como lo muestran la mayoría de las experiencias antineoliberales de los gobiernos de América Latina y el Caribe, cuando la crispación retórica y social llega a niveles importantes, sectores significativos de la clase media reaccionan contra todo aquello que «huela» a plebeyo.

También se requerirá evaluar qué tanto se encuentra superada la influencia de los llamados “líderes de opinión”, de los periódicos impresos, de la radio y de los noticiarios de cadena nacional. En este mismo tono, también se requerirá evaluar qué tan cierto es esa idea que aseguraba que las elites intelectuales y académicas habían perdido suficiente penetración e influencia en ciertos sectores informados y letrados de las clases medias.

Conviene por lo tanto dejar de un lado la pereza, la mezquindad y la desmedida confianza y convencerse mesuradamente que para que la Cuarta transformación avance significativamente, deberá –al tiempo que resuelve las impostergables conflictos internos– disputar frontalmente la conquista de la subjetividad de las personas. En suma, deberá construir un horizonte para alcanzar y consolidar, una hegemonía; no sólo para gobernar sino, también, para ganar permanentemente elecciones.