El partido como herramienta del movimiento social.

Javier Sainz Paz

Morena nace de un gran movimiento popular que llamamos obradorismo, el cual emerge en 2004 con el intento del grupo gobernante de desaforar a AMLO e impedirle participar como candidato en las elecciones federales de 2006; dicha acción creó un descontento popular, pues en el imaginario de muchos amenazaba con clausurar la vía electoral como medio de transformación de la sociedad. Muchas son las pruebas que ha pasado este movimiento: incrustarse en una estructura burocrática y osificada como la que representaba el Partido de la Revolución Democrática; su constitución como Movimiento de Regeneración Nacional, que lo dotó de autonomía e identidad propia; un primero proceso de institucionalización como partido político en MORENA, cuya participación en elecciones locales y federales trajo la titularidad del poder ejecutivo y una mayoría legislativa. Todos estos momentos fueron atravesado por muchas coyunturas que jugaron un papel en el rumbo de los acontecimientos.

El actual momento, en donde MORENA pasó por un proceso de elección de su dirigencia no es la excepción. La principal crítica que se ha dado a este proceso considera tres puntos: 1) el INE vulneró la independencia política de MORENA al imponerle el procedimiento de encuesta y pasar por encima de sus estatutos; 2) el proceso evidenció la incapacidad de las dirigencias de ponerse de acuerdo, dando exabruptos y acusaciones de todo tipo entre ellos; 3) se habla de una división entre dos polos, los “neoliberales” y “la izquierda social en MORENA”. En lo siguiente buscaré problematizar estas afirmaciones.

En varias coyunturas, los consejeros que presiden el Instituto Nacional Electoral han dado muestra de una total imparcialidad que en muchas ocasiones perjudicó a MORENA y benefició al PRIAN. Al momento que el INE se inmiscuye en el proceso de la elección de la dirigencia, muchos recordamos la manera como se inició el conflicto en Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que derivó en la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. En aquel 2009, tras las elecciones en donde se decidiría el cambio o la renovación de la dirigencia en el SME, la Secretaría del Trabajo, ante la acusación de fraude en la elección por una de las partes, negó la toma de nota a la dirigencia de Martín Esparza. El conflicto fue aprovechado por el gobierno de Felipe Calderón para asestar un golpe por la privatización del sector eléctrico, pero también creo un sisma en el SME que sacó a la luz las luchas internas, la falta de democracia y la burocratización de la organización, factores que impidieron a los trabajadores generar un frente común al ataque. Mucho hay por escribir sobre ese conflicto, pero por ahora, sirve de ejemplo para dar cuenta de los objetivos tras la decisión del INE y los peligros que se deben sortear.

Tal vez el INE haya buscado crear los escenarios de los puntos 2 y 3, es decir, mostrar a todos los miembros de MORENA como iguales a la camarillas de los demás partidos y generar una lucha interna.

Pero ¿cual hubiese sido el otro camino? ¿qué hubiese pasado si se hubiera hecho una elección interna? ¿La izquierda en Morena estaba lista para afrontar en las urnas a los conservadores en el partido? ¿La izquierda hubiese sido capaz de hacer un solo frente común? No es posible dar repuestas a estos supuestos, pero sirven para cuestionarnos acerca de la situación de las tendencias que existen en este partido y lo que se está disputando.

En días pasados, Gustavo Gordillo cuestionó que la designación del próximo candidato presidencial pasara por el partido, es decir, por el grupo en la dirigencia. Este es un escenario para considerar debido a que en el análisis de muchos acerca de las tensiones entre el partido y el movimiento, al menos hay dos elementos ausentes y de gran importancia: las grupos que desde el gobierno están actuando y creando bloques, y la acción u omisión del propio presidente.

López Obrador ha decidido no inmiscuirse en las batallas del partido y se ha colocado como un referente externo capaz de sancionar las acciones de éste; al mismo tiempo que alienta al movimiento obradorista a ir más allá del partido. Morena, aunque partido joven, que tras la elección tuvo que dejar ir al gobierno a muchos de sus mejores cuadros, ha logrado crecer, sin embargo, en el ámbito electoral tiene la tarea de lograr un proceso de transformación, para dejar de necesitar a la figura de AMLO para ganar las elecciones, así como crear una militancia capaz de llevar a cabo las tareas necesarias.

En el ámbito del movimiento social, su tarea es más grande aún. Como ya mencionamos, MORENA nace como expresión del movimiento obradorista y muestra de ello es la pluralidad de expresiones políticas que conviven en uno y otro. Sin embargo en el partido, la convivencia entre estos sectores debe pasar por canales institucionales que eviten que olviden lo fundamental: sin el movimiento social, están destinados a convertirse en otro PRI o PRD, es decir, un cascarón que alguna vez fue la expresión de la unidad de muchos sectores y que hoy es una instrumento del bloque conservador.

Es necesario que MORENA camine pensado en las particularidades concretas de los diferentes movimientos, su historia, el peso específico, sus relaciones, los problemas económicos y sociales que enfrenta. También, si desea ser la cabeza del obradorismo, requiere formular las consignas adecuadas que llamen a la movilización, no por capricho e improvisación, sino aquellas derivadas del conjunto de peculiaridades que forman una determinada situación política. Y por último, convertirse en herramienta del movimiento social, rebasar el espontaneísmo (arma de doble filo de los movimientos) y el oportunismo. Estos últimos planteamientos no son nuevos y en realidad son parte de un esquema ideal, pero no por ello deben ser olvidados, pues las tareas que tiene el partido, el movimiento, el gobierno y la figura del presidente, son titánicas.

La dirigencia actual de MORENA debe tomar cartas en el asunto de manera inmediata y buscar transitar el proceso de unidad, pero también hacia su transformación para convertirse en lo que muchos esperamos que sea: una herramienta del movimiento popular.