El debate que viene. Sobre la Guía Ética para la Transformación de México

Bernardo Cortés Márquez

El jueves 26 de noviembre AMLO ha presentado una Guía ética para la transformación de México. Quizá es demasiado pronto para comentar a detalle su contenido, pero debemos decir que es un documento bastante curioso. En primer lugar es notable su intención de tratar de hablarle a la gente a cerca de la ética, de lo que en el documento se denominan principios, valores y preceptos para la construcción de un mejoramiento social en una época de crisis de la vida pública. El propósito nos parece muy conveniente. Se trata de un texto sencillo, básico, dirán algunos, o hasta pedestre para los más versados en el tema que quizá pronto tomarán la palabra. Pero he aquí un signo bastante positivo en comparación con una parte de la intelectualidad nacional de la izquierda hipercrítica y que muy a menudo está coincidiendo con los intelectuales conservadores. Esa parte de la intelectualidad que cree que conoce los misterios de las revoluciones, cómo deben conducirse y cuál debe ser el espíritu de éstas. La falta de humildad de aquellos intelectuales para descender al nivel popular, nivel en el que se dan y se sostienen las transformaciones, para simplemente acercarse a su especificidad, provoca siempre criticas desfasadas y prepara su decepción ante cualquier proceso con respecto a las teorías críticas a las que se adscriben y que ellos muy a menudo convierten en recetas vulgares. Es una obviedad decir que no es que la realidad y los procesos políticos no avanzan en la dirección de determinadas metafísicas de la revolución, sino que es la teoría la que se construye con un enorme desfase con respecto a la realidad de los procesos y los actores concretos.

Pero, en efecto, como nos indicó de manera formidable Adrían Gerardo Rodríguez en su reciente entrega en Intervención y Coyuntura titulada “¿Qué tipo de intelectual para la 4 T?” existen este ejercicio autentico de intelectuales orgánicos que realizan la necesaria tarea de fungir como “agentes de ideología” más allá, incluso, de la labor teórica. Pero incluso en la misma práctica teórica del intelectual, debe adoptarse este carácter de “agente ideológico” apegado a los sectores populares. En este sentido La Guia ética aparece como este descender al pueblo de los temas teórico-prácticos que se habían complicado para plantear en la 4T. El punto de partida estaba de alguna manera ya indicado, para quien quisiera asumirlo, en los elementos éticos a los que apelaba en todo instante AMLO. La ética de la 4 T debía explicitarse y precisarse desde el discurso al que gran parte de la población se, identifica, adscribe y ha dado crédito.

Recordemos que E. Dussel había interpelado sobre la intención por parte de la presidencia de México de distribuir la cartilla moral de Alfonso Reyes, escrita en 1944, para reflexionar sobre los valores que deberían de resurgir en la actual sociedad mexicana. Por diversos argumentos que no expondremos aquí, Dussel consideró que dicha cartilla era inactual y se propuso realizar una Cartilla ético política que reflejaba su propia teoría sobre la ética, rama en la que es experto de primer nivel, y sus recientes trabajos para una política crítica. Ahí se nos han dejado diversos aspectos muy importantes como la necesidad de la transformación de la subjetividad para la construcción de una nueva sociedad.

Sin embargo, fue necesaria una formulación más específica de ciertos principios, que apelan a la unificación entre las disertaciones teóricas de los grandes intelectuales y las nociones o intuiciones del pueblo, además de la necesidad de cubrir ese gran vacío ideológico que puede comenzar a llenarse con ejercicio como esta Guia ética. Quizá a muchos intelectuales les hubiera gustado abordar la cuestión ética con una mayor densidad teórica o precisión filosófica, profundización que siempre debe venir, por supuesto, pero el hecho es que esta guía no es un documento académico, sino que pretende decir algo a la gente de a pie y quizá desde temprana edad. Pretende poder ser útil a nivel cotidiano y llegar directo a cada subjetividad apelando a una dimensión popular en la que, pese a quien le pese, aún resuenan palabras como Redención, Justicia y Amor al Prójimo. Esa dimensión es la que resulta clave en la comprensión de los pueblos latinoamericanos. Inmediatamente a las mentes ilustradas esto les olerá a teología, a religión, pero estos conceptos fueron siempre en su origen ético-políticos, incluso desde el mesianismo cristiano que no fue una religión, sino un movimiento revolucionario popular. Este mesianismo revolucionario intentó arrebatar la noción de justicia vacía que ejercía el poder opresor para restituirla hacia los oprimidos, desde otro ámbito donde la justicia no proviene de la ley sino de los que son excluidos de la justicia por la ley, una enorme inversión del orden frente a la cual, como diría el marxista J. Taubes, son nada todos los aprendices de revolucionarios.     

Por eso es que saludamos este ejercicio de comenzar a difundir principios básicos que no está de más recuperar y circular para que por lo menos comiencen a tener un mayor contenido para el pueblo las palabras habituales como: respeto, felicidad, libertad, dignidad, fraternidad, verdad, amor, justicia, etc. Podemos decir mucho de cada uno de estos conceptos, sobre su origen en procesos históricos y emancipatorios, sobre su contenido tradicional, moderno o incluso podríamos ensayar sutiles deconstrucciones a alguno de estos términos. La Guia se ha anunciado como provisoria e incluso está en espera de observaciones, comentarios críticos y observaciones para enriquecerlas, por lo que será un especio para que los intelectuales que se sientan llamados a aportar a la generación de ideas para la transformación, pero justamente los intelectuales dispuestos a generar aportes descendiendo hacia el sujeto que esta intención ética desea transformar, más allá de pretender adecuar, sin el mayor cambio, propuestas preconcebidas u aquellos que desean ofrecer al actual proceso teorías propias o ajenas que propiamente no han surgido de la intención de pensar el proceso nacional, sino de adjuntarse como la teoría o el teórico de la 4T. ¿El debate que viene propiciado por esta propuesta de principios éticos será sólo de los “grandes pensadores”, mientras la militancia y los simpatizantes, por ejemplo, deberán estar a la espera de que lo que los doctores dictaminen sobre los principios que de alguna manera estos actores ya siguen? Por lo pronto comencemos el estudio y estemos atentos a las discusiones que se generarán pronto.