Descubrir a Aníbal Quijano, un pensador latinoamericano [1]

Deni Alfaro Rubbo*

Traducción de Luis Martínez Andrade

Mas não se preocupe meu amigo

Com os horrores que eu lhe digo

Isso é somente uma canção

A vida realmente é diferente

Quer dizer

Ao vivo é muito pior

Belchior, Apenas um rapaz latino-americano.

Es casi una perogrullada afirmar la existencia de un alejamiento entre Brasil y Latinoamérica. A pesar de los innegables avances en estas últimas décadas en la reducción de esta distancia, nuestra cultura todavía es refractaria de las experiencias políticas, de las historias culturales, de la producción de ideas, de la trayectoria de las personalidades de nuestros vecinos.

En las Ciencias Sociales existe un desconocimiento más explícito. Investigar la producción de ideas y la trayectoria de figuras públicas latinoamericanas en Brasil puede significar escoger un “objeto subvalorado”. Se conoce muy poco de la historia de la Sociología, de la Antropología y de la Ciencia Política de los países sudamericanos, andinos y del Caribe, de su proceso de institucionalización, de sus influencias teóricas, de sus prácticas sociales de lectura. Ahora bien, adentrarse en las tradiciones escondidas de Nuestra América ofrece una posición privilegiada para la comprensión de las formaciones sociales e históricas configuradas por las temporalidades heterogéneas de Latinoamérica. Ese es el caso de la obra de Aníbal Quijano (1930-2018). 

Se trata de uno de los intelectuales más importantes del pensamiento latinoamericano de las últimas cinco décadas que la cultura intelectual y política brasileña puede -y debe- devorar. Conocer el conjunto de la producción diversificada de Quijano, sus elaboraciones teóricas y posiciones políticas contribuye no solo a entender la historia intelectual de la izquierda sino también a abrir pistas sobre el proceso destructor del capitalismo contemporáneo y de la crisis (y colapso) de las “narrativas” de la modernidad. Finalmente, Quijano siempre tomó a la sociedad civil como objeto de investigación, abierta a un diálogo democrático y a transformaciones sociales pues ese era su horizonte político. En suma, un egregio practicante de la “sociología pública” y de la “sociología crítica” que han sido estudiadas por Michael Burawoy (2005).

Oriundo de la ciudad de Yanama, provincia de Yungay, Quijano nació en 1930. Hijo de un profesor de secundaria y de una ama de casa, el joven Quijano se inscribió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) en 1948. Durante ese periodo, estuvo ligado en el movimiento estudiante y en la lucha política que condujo a la dictadura del general Manuel Odría (1948-1956). Desde su posición de opositor al régimen, el joven estudiante sufrió persecuciones e, incluso, el encarcelamiento. Su intensa experiencia como militante político y los primeros escarceos en su formación académica (y literaria) le crearon conflictos con organizaciones políticas de la izquierda. Desavenencias con los “nacionalistas” del partido aprista y con “marxistas” de estirpe estalinista y trotskista no hicieron que abjurara o se alejara del marxismo. De forma autónoma, se ancló en la lectura de Marx a partir de problemas andinos y, en ese sentido, se convirtió en uno de los rasgos distintivitos en la elaboración de su imaginación sociológica.

Entre 1959 y de 1961, el autor peruano realizó una investigación para sus estudios de Maestría en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, en la ciudad de Santiago de Chile. En 1965, regresó a Chile, como funcionario de la Organización de las Naciones Unidas, a través de la Cepal, cargo que ocupó hasta 1971. En Santiago de Chile, tuvo la fortuna de ser testigo y protagonista de intensos debates en centros de investigación que contaban con intelectuales brasileños y extranjeros. Además, retomó diálogos con el equipo rojo del Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) en torno a la noción de dependencia como forma de imperialismo en una economía periférica del capitalismo. Incluso, siendo parte del Instituto Latinoamericano de Planeamiento Económico y Social (ILPES), que tenía un carácter técnico y de matriz teórica weberiana, Quijano fue un investigador heterodoxo.

El conjunto de sus textos sobre el carácter marginal de las ciudades latinoamericanas derivó en una aproximación “histórico-estructural” de carácter marxista. Operacionalizó la noción de marginalidad como modo específico de integración en el capitalismo periférico y dependiente. Sin embargo, contando con el caso peruano como referencia analítica, las implicaciones del intercambio en el intercambio desigual entre países productores de mercancías y productores de materias primas producía una marginalidad sui generis: el cholo, objeto de estudio de su tesis de doctorado defendida en 1964. El “polo marginal” en el capitalismo dependiente tenía un rostro y una dirección: el cholo eran migrantes campesinos-indígenas de las montañas del Perú profundo que se establecían precariamente en la ciudad de Lima. En pocas palabras, Quijano defendía, de este modo, una tesis sustentada y construida a partir de la lucha de clases moldeada por la mediación de la etnicidad y de la cultura.   

No es una exageración afirmar que la articulación entre determinaciones histórico-estructurales de dependencia, polo marginal y proceso de “cholificación” constituye un análisis social sofisticado e innovador para la teoría sociológica marxista latinoamericana. Curiosamente, hasta hoy permanece soslayada, quizá por la disputa entre “marxistas-weberianos” del ILPES -un marxismo como “noblesse oblige”, como alguna vez expresó de manera irónica Francisco de Oliveira (2001)-  y “marxistas-trotskistas” del CESO. Sin embargo, no es extraño ya que Quijano acarrea dos referencias imprescindibles que acompañan su trayectoria intelectual, aún de registros diferentes: el marxismo indígena de José Carlos Mariátegui y la antropología histórica de José María Arguedas, de quien fue amigo (cf. Pacheco Chavéz, 2018; Rubbo, 2018; Segundo Montoya, 2018).

De manera paralela, Quijano acompañó el ascenso de los movimientos campesinos, a posteriori guerrilleros, que emergieron en los países latinoamericanos animados por la revolución cubana y que reconfiguraron de modo radical la correlación de fuerzas políticas[2]. Después de su regreso a Perú, en 1971, Quijano inició una nueva etapa en su trayectoria política e intelectual. En ese decenio, el sociólogo peruano amplió su agenda de investigación y comenzó a estudiar la dominación imperialista en Perú y sus implicaciones para las clases sociales a la luz del régimen militar de Velasco Alvarado (1968-1975).

Al exponer, analizar y criticar las contradicciones de los proyectos económicos y políticos del “Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armada”, como se autodesignaba, Quijano se granjeó enemistades con seguidores de la izquierda política peruana que apoyaban obcecadamente el régimen. Este también fue un periodo de militancia política orgánica, con participación en el Movimiento Revolucionario Socialista (MRS) creado en 1972 a partir de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador (Cuaves), movimiento que luchaba por el acceso a la vivienda en la ciudad de Lima. Quijano desempeñó un papel significativo en la formación de este movimiento y fundó la revista Sociedad y Política. En ese caldo de reflexiones, polémicas y experiencias colectivas, marcado por las luchas de los pueblos indígenas andinos y por los movimientos de vivienda urbanos, Quijano desarrolló la cuestión de la “socialización del poder político” como principio rector de un socialismo horizontal de sensibilidad libertaria.      

Posteriormente, las apuestas de Quijano tuvieron algunas pérdidas, en especial el proceso de desintegración de la Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI) y, en consecuencia, la derrota de la izquierda en los comicios presidenciales de 1980. Más tarde, su salida del MRS y de la desaparición de Sociedad y Política cerrarían ese doloroso proceso. Tanto la paulatina fragmentación de la izquierda peruana, que observaría atónita la emergencia del grupo guerrillero Sendero Luminoso y sus acciones autoritarias, como la crisis intelectual y política del marxismo a escala internacional tuvieron un fuerte impacto en la trayectoria de Quijano. Este fue un momento de reevaluación silenciosa de sus propios proyectos intelectuales y políticos. No es casualidad y se puede lanzar la hipótesis de que su producción en la década del ochenta giró entre la tensión de la elaboración del luto y la preparación de un nuevo comienzo. En ese sentido, cierta “melancolía de izquierda” suscito en Quijano la necesidad de reinventase teórica y políticamente, sin huir del pesado lastre, e incluso sin resignarse al orden vigente (cf. Rubbo, 2019).

Sus viajes internacionales fueron más frecuentes. Como profesor e investigador visitante, Quijano trabajó en universidades de los Estados Unidos de Norteamérica, de Puerto Rico, de Alemania, de Brasil, entre otros. Destaca, en esa época de intensa movilidad, su paso por la Universidad de Binghamton en Nueva York, a través del Centro Fernand Braudel fundado por el sociólogo Immanuel Wallerstein (1930-2019). El contacto con la producción internacional de las Ciencias Sociales que ponía en cuestión las concepciones lineales de la historia y los universalismos abstractos permiten a Quijano hacer una contundente valorización sobre el modo de conocer diversas realidades sociales. No estamos diciendo que Quijano abrazó acríticamente las diversas tendencias que a la postre se convertirían en modas académicas y, por decirlo de alguna manera, serian inofensivas en el combate político anticapitalista. Obviamente, las críticas al eurocentrismo que ganaban espacio en los debates internacionales de la Sociología no sorprendieron a alguien que tuvo una formación bilingüe (español y quechua), lector de Mariátegui y Arguedas y que siempre estuvo en contacto con campesinos-indígenas sujetos que padecieron exclusión material y simbólica.   

Es a finales de la década del ochenta, acercándose a los sesenta años, que realizó una profunda revalorización de tres categorías históricas en crises: América, modernidad y capitalismo. Ahí se encuentra una de las raíces de su análisis de los procesos de “colonialidad del poder” el cual es profundizado en las siguientes décadas y que, actualmente, es tema de debate en el ámbito internacional. En pocas palabras, se trata de una ambiciosa teoría global a partir de la “periferia” que busca comprender, de 1492 hasta nuestros días, las paradojas de la modernidad en su dimensión objetiva y intersubjetiva. En las décadas de 1990 y 2000, el sociólogo peruano publicó un conjunto de textos sobre la colonialidad y la descolonialidad del poder, lo que representa una construcción teórica inseparable de los procesos y experiencias que acontecieron en Perú, en Latinoamérica y en el mundo, de la “globalización”, del “neoliberalismo” y de las resistencias globales y locales. Quijano no rompió con sus anteriores temáticas, sino que buscó entender las características actuales del sistema-mundo moderno concebido como “totalidad heterogénea”.   

En estos tiempos sobrios, las posiciones de Aníbal Quijano son de actualidad, ya que sus principales preocupaciones teóricas están siempre ligadas a las transformaciones del capitalismo mundial y a sus caminos torcidos: de la resistencia y de las rebeliones de los vencidos de la historia. Por ello, en sesenta años de producción intelectual y de intervención política seria imposible reducirlo a la corriente de la Teoría de la dependencia o a la perspectiva “descolonial” ignorando olímpicamente el conjunto variado de su obra. Quijano creó un estilo propio, no siempre fácil, pero que se transformó muchas veces como reacción a los estigmas del tiempo. Acompañar su itinerario político e intelectual es una invitación a la reflexión sobre el lugar de Latinoamérica y el Caribe en el mundo, hecho por alguien que tenía vocación de hacer frente al duro semblante de los días. 

Bibliografía

BURAWOY, M. For public Sociology. American Sociological Review, v. 70, p. 4-28, 2005.

MONTOYA HUAMANÍ, S. Aníbal Quijano. Reconstrucción de su vida y obra 1948-1968. Tomo 1. Lima: Heraldos Editores, 2021.

___________. Aníbal Quijano: improntas de Mariátegui en la colonialidad del poder. In: Conflictos de interpretación en torno al marxismo de Mariátegui. Lima: Heraldos Editores, 2018.

OLIVEIRA, F. O caráter da periferia especial. Folha de São Paulo, 25/3/2001.

PACHECO CHÁVEZ, V. H. Aníbal Quijano: episódios de lectura de José María Arguedas. In: ____ (org.) Rompiendo la jaula de la dominación: ensayos en torno a la obra de Aníbal Quijano. Santiago: Doble Ciencia Editorial, 2018, p. 15-34.

RUBBO, D. A. Aníbal Quijano em seu labirinto: metamorfoses teóricas e utopias políticas. Sociologias, Porto Alegre, v. 21, n. 52, pp. 240-269, 2019.

_______. Aníbal Quijano e a racionalidade alternativa na América Latina: diálogos com Mariátegui. Estudos Avançados, São Paulo, v. 32, n. 94, p. 391-409, dez. 2018a. 10.1590/s0103-40142018.3294.0025

[1] Este texto es la traducción al español del artículo “Descobrir Aníbal Quijano, ou apenas um pensador latino-americano” publicado en la revista Reoriente, vol. 1. No. 2, 2021. [https://orcid.org/0000-0001-9150-6565]

* Doctor en Sociología por el Programa de posgrado de la Universidad de São Paulo (USP). Profesor en Ciencias Sociales en la Universidade Estadual do Mato Grosso do Sul (UEMS). Autor del libro O labirinto periférico: aventuras de Mariátegui na América Latina (São Paulo: Autonomia Literária, 2021). E-mail: deni_out27@uol.com.br

[2] Sobre una interesante biografía intelectual sobre el joven Quijano, dividida entre “pensamiento no escrito” (1948-1962), “sociología de la sospecha” (1962-1965) y “sociología culturalista” (1964-1968) véase Montoya Huamaní (2021).