Breves anotaciones y perspectivas sobre las elecciones en Colombia

Esteban Morales Estrada

Magíster en Historia

El pasado domingo 29 de mayo se llevó a cabo en Colombia la primera vuelta de las elecciones, para elegir al próximo presidente del país para el período 2022-2026. En primer lugar, asistimos a una votación histórica para un candidato de izquierda (que se ubicó en torno a los ocho millones y medio de votos), en un país que tradicionalmente ha gravitado en torno a la derecha o centro-derecha, en lo que tiene que ver con el cargo de Presidente de la República. En segundo lugar, se puede observar una trasformación del uribismo, que, si bien ha perdido poder, sigue movilizando varios millones de votos, muchos de los cuales son el resultado del clientelismo y de los múltiples miedos que construyen en los medios de comunicación frente al cambio de rumbo en lo político. Dicha transformación tiene que ver con la pérdida de su lugar central en la política colombiana, debido a factores diversos como el proceso de paz con las FARC, el desastroso gobierno de Iván Duque y las grandes movilizaciones del 2021. En tercer lugar, aparece con fortaleza en el país el fenómeno de la anti-política con todos sus peligros en el candidato que junto a Gustavo Petro pasó a segunda vuelta, Rodolfo Hernández, que puede caracterizarse como un millonario empresario, que no conoce el país que pretende gobernar, que tiene actitudes desconcertantes frente a cualquier tema que surge (ha decidido no asistir a debates), fruto de su gran desconocimiento del manejo de los asuntos del Estado y de su ignorancia en temas sociales, culturales y políticos. Este candidato tiene posturas peligrosamente autoritarias, y podría decirse que es impredecible en lo que tiene que ver con sus ideas, ya que un día es progresista, mientras otro es reaccionario. En resumen, Hernández es un personaje profundamente incompetente, que se ha aprovechado de las actitudes anti-políticas de miles de colombianos. Por otro lado, y en cuarto lugar, Gustavo Petro se consolidó como el gran ganador de la jornada, el candidato que en realidad representa un cambio serio y estructural para el país, mientras que Hernández ha ido recibiendo el apoyo de diversos líderes uribistas y políticos de las maquinarias tradicionales de diversos partidos, entre los que se destaca el tristemente célebre Federico Gutiérrez (tercero en número de votos), quien podría caracterizarse como un Duque II, debido a su inexperiencia y a su asociación con clanes y familias corruptas de la política tradicional. Ante este panorama surgen dos preguntas que deben hacerse todo ciudadano colombiano: ¿Cómo va a combatir Hernández la corrupción (que es una de sus principales banderas) con toda la clase política clientelista, corrupta y criminal apoyándolo? ¿Cómo llevará a cabo esa supuesta lucha férrea por la austeridad del Estado, sin caer en la entrega de burocracia y favores a cambio de recibir ayuda, teniendo en cuenta que no tiene congresistas, ni partido político, ni movimiento, ni nada que se le parezca?

En últimas, muchos colombianos cansados y agotados con los casos de corrupción, en medio de un contexto de inestabilidad social, y un clima de falta de credibilidad en las instituciones, decidieron votar por un hombre que se vende como un buen administrador, un hombre de mano dura, que supuestamente está fuera de la clase política, y que llega a la gente a través de redes sociales con propuestas mediáticas, superficiales y simplistas. Sin embargo, es importante señalar las veces que sea necesario que no es Rodolfo Hernández el candidato adecuado para el país, debido a su improvisación y su autoritarismo. Por el contrario, Gustavo Petro es un estadista con las mejores capacidades para gobernar Colombia, básicamente por tres motivos desde mi perspectiva:

  1. Es el candidato que tiene las propuestas más serias e interesantes, ya que propone cambios estructurales en temas como educación, equidad, economía o ambiente. Asuntos como la lucha real contra el cambio climático, la búsqueda activa de la paz, las medidas tendientes a transitar hacia impuestos progresivos (paga más, quien tiene más), la idea de impulsar una economía más dinámica con el Estado como un actor central, o la de democratizar el acceso a la educación, son sin duda necesarios en un país que salió hace poco de una gran crisis social, y que debe buscar encauzar institucionalmente los altos niveles de inconformismo.
  2. Gustavo Petro es un hombre que lleva más de tres décadas en la oposición a los sucesivos gobiernos de corte neoliberal, enfrentando valientemente el fenómeno uribista cuando estaba en su mayor auge, y ejerciendo un férreo control político desde el Congreso de la República en temas como la corrupción, el paramilitarismo y los nexos entre mafia y política. Adicionalmente está empapado de los temas del Estado, ya que lleva media vida en espacios de discusión como concejal en Zipaquirá (a mediados de la década del 80), Representante a la Cámara (1991-1994 y 1998-2006) y Senador de la República (2006-2010 y 2018-2022), además de haber sido alcalde de la ciudad más grande del país, y capital de Colombia, Bogotá (2012-2015), y candidato a la presidencia en varias ocasiones.
  3. Es un candidato que expone sus programas en las plazas públicas, buscando un contacto directo con la población, conociendo el país, y tratando de convencer a las personas que lo escuchan atentamente, ya que sintonizan con sus reivindicaciones históricas, en los temas sociales, económicos, políticos y culturales.

Por los tres puntos señalados antes, y por el gravísimo peligro que representa un candidato como Hernández para la democracia, debido a su improvisación, su autoritarismo y su irresponsabilidad, la mejor opción es votar por Gustavo Petro y Francia Márquez (una valiente lideresa social y ambiental que es la fórmula vicepresidencial) en la segunda vuelta que se avecina. Es fundamental redoblar esfuerzos para llevar este proyecto político a la Casa de Nariño y empezar una nueva época de cambios profundos, pero necesarios, en Colombia. Dos franjas de población serán fundamentales: los abstencionistas, que deben entender la importancia de su participación en estas elecciones; y los ciudadanos que realmente quieren un cambio para el país, y no ven con buenos ojos los apoyos que ha ido recibiendo Hernández de la vieja clase politiquera y corrupta, con lo que no queda claro como luchará contra los mismos que lo están apoyando en su proyecto de improvisación y ligereza.

Se debe llegar a la población con información clara y entendible, que explique que Rodolfo Hernández es más de lo mismo, que es un caballo de Troya del uribismo, y que todos los que lo están apoyando, le cobrarán ese respaldo.