Apuntes sobre la Guerra Fría como campo de estudio en América Latina.

Esteban Morales Estrada

Historiador y Magister en Historia

 Las visiones sobre la Guerra Fría tienen dos particularidades respecto a la manera en la que la vemos como un proceso histórico. La primera es que al igual que en los casos de la Revolución Francesa, la Inglesa o la Rusa, todo historiador occidental tiene algo que decir sobre ella, sin embargo, son pocos los que en realidad se dedican a estudiarla con profundidad y más en nuestro continente, donde el centro o eje temático de los historiadores está en micro-procesos locales, en la mayoría de los casos, sin relacionarlos con macro procesos mundiales o continentales por medio de la comparación o las conexiones, yendo más allá de las simples menciones. En síntesis, todo historiador latinoamericano durante su formación leyó fragmentos sobre la Guerra Fría como un telón de fondo del siglo XX, sin llegar a trascender la visión superficial y decorativa, siendo la Guerra Fría un objeto exótico y lejano en el camino de la especialización obsesiva en X o Z tema local. La segunda particularidad, tiene que ver con reconocer la importancia del tema de la Guerra Fría en la configuración del mundo que nos tocó vivir. El escenario caótico del Medio Oriente actual, los Talibanes afganos o algunas de las más sangrientas dictaduras, tienen que ver de una y mil formas con la Guerra Fría. Luego de señalar estos aspectos, intentaremos mostrar algunos puntos importantes en el debate historiográfico respecto al tema que venimos tratando y finalmente llevaremos a cabo una sucinta reflexión.

Para empezar, podemos trazar, siguiendo a Odd Arne Westad, unos marcos generales para tener en cuenta a la hora de estudiar seriamente la Guerra Fría. En primer lugar, este autor reconoce la importancia de “The global cold war” en la constitución del mundo actual, en lo que respecta a su influencia en el Tercer Mundo y sus repercusiones en diversos procesos al nivel de los Estados y las sociedades. Un segundo aspecto, tiene que ver con la imposibilidad de construir un relato serio y analítico sin tener en cuenta los acontecimientos propios de ese Tercer Mundo, centrándose en las dos súper potencias (USA y la URSS) exclusivamente.

En este punto conviene traer a colación a Richard Saull, que distingue dos visiones ortodoxas respecto al análisis historiográfico de la Guerra Fría, por un lado, un enfoque realista caracterizado por la preponderancia dada a factores militares, económicos y diplomáticos en medio de una “competición estratégica” en un mundo bipolar. Y otro enfoque idealista que tiene muy en cuenta el carácter ideológico de la Guerra Fría y las particularidades de los factores políticos domésticos en las superpotencias en conflicto. Hay que tener presente que ambas visiones concuerdan en que la “Cold war” deriva de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, y en cierto sentido fue una prolongación de la misma. Saull muestra que ambas visiones separan aspectos que deben ir unidos para comprender el proceso, por lo que ambos son insuficientes y trata de unir lo “strategic/military” con lo “socio-economic and ideological”. Todo este rodeo para mostrar que además del aspecto de cambio de perspectiva que muestra Westad, donde intenta ver la Guerra Fría desde el Tercer Mundo, también hay otros ejes historiográficos que tienen que ver con diferentes temáticas o focos de interés específicos como lo ideológico, lo político o lo militar.

Un tercer punto señalado por Westad es el carácter universalista de los proyectos norteamericano y soviético, marcados respectivamente por la idea de libertad antepuesta a la de justicia social. Ambas concepciones pretendieron ser “modelos ideales” de desarrollo con aplicación en cualquier parte, sin tener en cuenta las trayectorias histórico-político-sociales de cada país y la “autodeterminación de los pueblos”, consigna común en los discursos de izquierda de los 70s en nuestro medio. Este conflicto se dio en los casos de Irán y Afganistán por ejemplo. En el primer caso, Westad muestra que la Revolución de Irán (1978-79) fue una reacción que pretendió retomar las posturas originales del islam e incorporarlas en un Estado teocrático, como respuesta a una monarquía pro-norteamericana que estaba implantando cambios acelerados en medio de algunas crisis coyunturales a nivel económico y político. El “Islamismo” se constituyó como un actor político que pretendió ser un dique frente a la modernización y propuso un Estado teocrático como tercera vía alterna, sin renunciar a los avances técnicos, lejos del comunismo y el capitalismo, y constituyendo un capítulo más en la disputa entre secularización vs. tradición, de donde resulta una vía intermedia y novedosa. Algo similar ocurrió en Afganistán, donde el régimen de Mohammed Daud (1909-1978) comenzó a concebir a Moscú como un modelo de desarrollo. En ese contexto se da la oposición del Partido Democrático Popular de Afganistán (con unas disputas internas importantes entre un ala radical y otra moderada) y de un islamismo en auge, el primero con cierto apoyo de la URSS y el segundo con un respaldo popular muy visible en las regiones rurales por medio de los líderes religiosos locales.

En Afganistán se impuso finalmente un régimen socialista inestable, inmerso en conflictos al interior del gobierno, en la región (con Pakistán) y de carácter religioso. Todo desembocó en una penosa intervención soviética de diez años en Afganistán, en donde la dicotomía tradición vs. secularización cobró relevancia e importancia de nuevo. El caso anterior muestra que la URSS no tuvo un control real de muchos de los procesos en dicho país y las relaciones entre ambos son contradictorias y ambiguas en muchos sentidos.

Para finalizar con estos apuntes, es innegable que, como lo señala Michael Latham, el Tercer Mundo fue una especie de laboratorio donde después de los años 60s se desataron toda clase de procesos violentos y represivos en medio de la disputa entre dos visiones del mundo antagónicas (que causaron una marcada “polarización ideológica”), que para Gilbert Joseph se caracterizaron por sus ideologías universalizadoras y sus sistemas económicos propios. En medio de lo anterior, cobra relevancia la invitación de Joseph a superar las visiones de la Guerra Fría como enfrentamiento entre dos superpotencias y concebir también a los sujetos activos en dicho conflicto. Conceptos como el de las “zonas de contacto”, sumado a la pregunta por aspectos referentes a las representaciones, los sistemas simbólicos o la industria cultural son bastante válidos y relevantes. Pero quizá su llamado más importante tiene que ver con la tentativa de escribir una “historia de la Guerra Fría latinoamericana” que junte lo local y lo global para enriquecer los análisis del periodo.

Luego de un sucinto recorrido por la historiografía sobre la Guerra Fría, somos conscientes de lo poco que sabemos de este proceso. Para los historiadores que trabajamos el siglo XX, el llamado es a involucrar más lo global en lo local. Quizá aquello que nos parecía tan particular ya no lo será, quizá las conexiones son más grandes, quizá las transferencias e intercambios son más influyentes, quizá los procesos exteriores tuvieron repercusiones implícitas o difíciles de rastrear en nuestras realidades. Con la lectura de algunos de los anteriores autores, se abre una puerta para explorar nuevos continentes, sin olvidar lo local, pero teniendo en la mira los puntos de encuentro y de intersección con lo mundial. He ahí un desafío complejo, pero sin duda impostergable en un mundo cada vez más interconectado.

Referencias:

  • Gilbert M. Joseph, “Lo que sabemos y lo que deberíamos saber: la nueva relevancia de América Latina en los estudios de la Guerra Fría”, Espejos de la guerra fría: México, América Central y el Caribe, coord. Daniela Spenser (México: CIESAS, 2004), 66-94.
  • Michael E. Latham, “The Cold War in the Third World, 19631975”, The Cambridge History of Cold War, vol. II, ed. Melvyn P. Leffler; Odd Arne Westad (Cambridge: Cambridge University Press, 2010).
  • Odd Arne Westad, “Introduction” y “8. The islamist defiance: Iran and Afghanistan”, en The Global Cold War. Third World Interventions and the Making of Our Times(Cambridge: Cambridge University Press, 2008)
  • Richard Saull, “Introduction: history and theory in the Cold War” en The Cold War and After. Capitalism, Revolution and Superpower Politics(London and Ann Arbor, MI: Pluto Press, 2007)