Apuntes monográficos de Morococha. Estudio Preliminar. Parte 3

Víctor Mazzi Huaycucho

Tenemos el agrado de presentar este texto que acompaña la publicación de la edición facsímil que los amigos de la editorial Heraldos Editores hicieron del texto de Gamaniel Blanco, Apuntes Monográficos de Morococha, el cual constituye un documento de gran valía para el estudio histórico de la tradición socialista en Perú. Agradecemos al autor que nos haya propuesto la publicación.

  • Gamaniel Blanco, Apuntes monográficos de Moroccha, Pequeño aporte para una monografía de la provincia de Yauli, Edición facsimilar, Estudio preliminar y edición de Víctor Mazzi Huaycucho, Lima, Perú, Heraldos Editores, 2021.

Parte 2. Administrativas

En esta segunda parte, se evidenció el arduo trabajo del autor por recoger información confiable y la organización de los datos obtenidos para presentar una visión integral del proceso urbanístico del distrito. Consignó la Ley No. 683 que reconoce a Morococha como distrito de la provincia de Yauli. Esta Ley se aprobó en el Congreso de la República el 26 de octubre de 1907 y se promulgó bajo la rúbrica del presidente José Pardo el 20 de noviembre del mismo año. Registra a alcaldes del distrito de 1908 a 1930, y a las autoridades vigentes en el distrito durante el último año, entre ellas: síndico de rentas, gobernador, juez de paz y miembros del puesto de la Guardia Civil.

Tomando los datos consignados en el Diccionario geográfico de 1918, realizó una descripción geográfica de Morococha y consignó los datos geomorfológicos  del potencial  minero a grandes rasgos. Además, señaló que, para la constitución urbana distrital, se expropió tierras entre sus antiguos propietarios. Señaló la compra de terrenos a la Peruvian Corporation y a la Morococha Minning Company para edificación de viviendas e instalación del alumbrado eléctrico tanto público como particular, además de para el saneamiento del agua potable del distrito.

Parte 3: Instituciones

En esta sección, brindó referencias sobre las instituciones sociales presentes en el distrito en 1930 y la representación de sus lugares de procedencia de cada una. Lo interesante que presentó es la referencia sobre los conflictos y antagonismos entre trabajadores, motivados por la identidad local o regional de procedencia. Estas rivalidades, asentadas en la diversidad de las mentalidades que traía cada trabajador, las interrelacionaba con otras desde la pertenencia al presentar costumbres y hábitos arraigados en el molde cultural de procedencia. Señaló Blanco (1930) que: «Así un trabajador que pertenecía a la provincia de Pasco no podía verse con otro de Jauja; uno de la provincia de Tarma, menos con otro de Jauja, uno de la provincia de Huancayo ídem con otro de Jauja, y así sucesivamente» (p. 9). La rivalidad se mostraba presentando la diversidad de costumbres y folclore, la ejecución musical y la forma del baile de cada uno. Afirmó Blanco que:Distinguíanse los provincianos por la tonalidad de sus músicas. Los naturales de Huancayo y Jauja organizaban sus orquestas con arpas, violines y clarinetes; los de Tarma, Cerro de Pasco y Yauli usaban guitarras, violines seguidos de un coro” (p. 10).

Este antagonismo fue utilizado en la competencia por el puesto de trabajo en la mina. La manera de distinguirse estuvo en la forma de la vestimenta, la preferencia por el consumo de alimentos provenientes de sus lugares de origen o por las maneras peculiares de pronunciar variantes locales del runasimi. Todas estas representaciones traslucen formas de pertenencia cultural que colisionaban entre sí muy a pesar de provenir del mismo estrato económico-social.

Se nota que la mayor parte de estas instituciones tienen carácter mutualista. La Sociedad Protectora fue un sistema organizativo de ayuda y auxilios mutuos, muy arraigada  durante  esa  década. El autor otorgó mucha importancia al Centro Social Morococha por la participación activa de sus miembros en la vida social del distrito. Merece resaltar que la mayor parte de líderes sindicales se agrupó en el Club Movilizables No. 1, destinado a la instrucción premilitar y de tiro.

Por cada institución reseñada, se mencionan sus directivos y sus finalidades. Blanco (1930) detalló cada característica de dichas instituciones, como, por ejemplo, del Comité Progreso Concepción, del que refiere que su finalidad era: «practicar hábitos de mutualidad entre sus componentes y laborar por el progreso material de la villa de Concepción» (p. 36). Sobre la Sociedad Protectora San Jerónimo, el autor (1930) informó que: «sus fines son de laborar por el progreso material de dicho pueblo y cultivar la mutualidad entre sus miembros. Esta Sociedad está empeñada en la compra de un reloj público para obsequiarlo al distrito de San Jerónimo como homenaje de los naturales de la antedicha villa, residentes en este asiento minero» (p. 34). Los fines propuestos reflejaban unidad de intereses mediante el sistema organizativo social del distrito durante esta década.

El autor (1930), al referir las instituciones, dio importancia a las bibliotecas que cada institución poseía y destacó que el Club de Movilizables No.1 tenía en propiedad una selecta biblioteca con ochocientas obras y que invirtió anualmente mil soles para la adquisición de obras literarias.

En esta sección, no brindó ninguna información sobre la Sociedad de Pro Cultura Nacional, un organismo cultural atípico y muy distinto a los anteriormente mencionados. Esta organización tenía por finalidad mejorar la educación y la formación cultural de los trabajadores mineros, para lo cual se realizaban actuaciones culturales en el teatro Reborí, en las que participaron destacados intelectuales provenientes de Jauja y Huancayo: Abelardo Solís, Clodoaldo Espinosa Bravo, Arturo Bravo y Pedro Monge, entre otros muchos. Este órgano cultural fue conducido por sindicalistas bajo la influencia de José Carlos Mariátegui. También lo integraron maestros de los Centros Escolares Obreros, que preparaban las conferencias y charlas referidas a economía minera, salubridad, campaña contra el alcoholismo, literatura de la época, música y recitación poética. Fundada en febrero de 1929, estuvo presidida por Adrián C. Sovero, quien fue secundado por Augusto Mateu Cueva como secretario general. Este último narró en Lampadas del minero el desenvolvimiento de estas actividades en el cuento: «Una actuación cultural».

Parte 4: Deportivas

Merece destacarse la descripción que realizó el autor sobre el fútbol como deporte preferido por la población minera a partir de 1927. Si se toma en cuenta la altitud de 4530 msnm, se desprende su dificultad para practicarlo. La altura deteriora inmediatamente las condiciones fisiológicas a las que es expuesto el organismo humano al practicar un deporte. Destacó la juventud de los trabajadores mineros y la adaptación para practicar este deporte en la altura. Describió la presencia de clubes deportivos, algunos «correctamente organizados» y otros aún en formación.

Registró la conformación de la Asociación de Clubes Unidos de Morococha, que, luego, en 1930, fue cambiada por «Federación Distrital de Football». Indicó que, en Morococha, existían los clubes: Leoncio Prado, Sporting Morococha, Alfonso Ugarte y Club Sport Progreso. Informó que se disputaba una copa donada por la gerencia general de la Cerro de Pasco Copper Corporation, tanto en primera como en segunda división.

Sección siluetas

La inserción de fotografías de estudio como muestra del estatus social en el distrito  indica una combinación entre monografía y testimonio social. Presentó una galería de las esposas de los funcionarios de medianas empresas mineras y de autoridades locales. Así también, la galería de señoritas representa a las hijas de dichos personajes, además de las maestras que laboraban en el distrito. La galería infantil deja sentada la paternidad y filiación de los niños, cuyos padres desempeñaban funciones oficiales. Llama la atención que el autor no inserte imágenes de los funcionarios de la Cerro de Pasco Copper Corporation del distrito.

El registro fotográfico que presentó tiene suma importancia, porque no solo se ha detenido a presentar personajes, sino que, en lo posible, ha brindado en todo el texto imágenes tomadas por el estudio fotográfico Pecho-Luna. No se sabe si hasta hoy se ha preservado dicho archivo fotográfico.[1] Asimismo, se conjetura que este archivo fotográfico debió registrar imágenes sobre conflictos laborales, así como de trabajadores mineros por secciones, entierros y ceremonias religiosas.

El estudio fotográfico Pecho-Luna es uno de los más antiguos respecto a otros fotógrafos, ya que funcionó desde 1915 y no se sabe cuándo dejó de brindar sus servicios a la comunidad morocochana. Estuvo ubicado al lado de la oficina de Correos de la época (Morococha Nueva). Los trabajos en fotografía de Pecho-Luna también fueron requeridos por Gamaniel Blanco para las publicaciones sindicales. El diario La Voz de Morococha también utilizó sus servicios para ilustrar las noticias referidas al distrito y la provincia de Yauli.

El rescate de los diferentes archivos fotográficos que funcionaron en el distrito permitirá un mejor conocimiento  de  sucesos  notables  y  contribuirá a revalorar parte de la economía minera y de la condición social y política de sus protagonistas.

Sección panorama intelectual

Esta sección inicia presentando ensayos breves, subgénero didáctico en el que se plantea un problema y las alternativas para su solución, que se defienden desde el enfoque personal del autor. El ensayo, con su estilo ágil y directo, permite extender el análisis e interpretación de la información disponible y plantear una tesis a modo de aproximación panorámica al tema tratado. En esta sección, se constata que cada articulista recurre a la composición periodística y construye sus textos de manera amena y resumida, con pasión y compromiso en las ideas vertidas.

Asimismo, al respecto, pueden considerarse cincos áreas temáticas en los que pueden agruparse los ensayos en esta sección:

1) Ensayos sociológicos y políticos, cuyo tópico está interesado en presentar un diagnóstico de las condiciones sociales de 1930 y de sus propuestas de solución. Este conjunto de artículos se apega al ensayo social sobre la condición del campesino que va a transformarse en proletario, proceso sobre el que se debe tomar en cuenta su evolución histórica, las condiciones sociales que lo propician, la situación económica y la situación cultural en las que se halla inmerso y las soluciones ante su situación de postración y dominación que padece, para lograr su inclusión en la formación de la nación. En esta parte, se presentan los siguientes artículos:

-«Algunas palabras sobre el capital y el trabajo» (pp. 45-46), del párroco de Yauli, el sacerdote L. Martínez Malpartida, quien presenta una visión ecuménica sobre el conflicto entre trabajo y capital, y plantea su reducción a un problema moral, antes que a uno económico y social.

-«En el Día del Indio» (pp. 50-51), de Eduardo Willsttátter, maestro del Centro Escolar Obrero, se presenta una visión distinta y recurrente sobre la historia peruana, como sobre el tema del «indio» o «indígena» y su condición de discriminación, sobre el que se plantea que el problema se solucionará mediante la tenencia de la tierra.

-«Comentarios breves» (pp. 54-55/57-58), de Héctor A. Herrera, coincide con los criterios planteados por José Carlos Mariátegui en 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, e inserta el problema de la condición laboral del campesino emigrado a las minas y de los efectos del «polvo de la mina», partículas de sílice que generan la neumoconiosis, una enfermedad que es consecuencia del trabajo en socavones con barrenos.

-«Del ambiente nacional» (pp. 59, 61), de Antonio Pasquale, exdirector del diario La Voz de Morococha, resulta una recusación a la política de minería del gobierno de Augusto B. Leguía, interesado este en brindar facilidades al capital norteamericano y en restringir las facilidades a los empresarios nacionales. En esta parte, los argumentos señalan las condiciones asimétricas dadas para el capital foráneo y para la emergente burguesía minera.

-«Palabras» (pp. 78-79), de Serapio Pinelo Leyva, en el que sostiene que el acceso a la educación resolvería el problema de la condición social y económica en el que se halla inmerso el «indio».

-«La caída de la juventud en Morococha» (pp. 80, 82), ensayo sociológico de Julio A. Espinoza G., en el que se nota una visión bastante distorsionada de los jóvenes de Morococha, carente de optimismo y que requirió una nota del editor, y que se diferencia de este, por ejemplo, que, en cambio, plantea una visión positiva y optimista acerca del progreso de la juventud morocochana.

2) Ensayos biográficos valorativos, que tienen por finalidad rendir homenaje a José Carlos Mariátegui, cuya desaparición física sucedió meses antes de publicarse los Apuntes monográficos. En 1930, distintos núcleos culturales y personalidades de las provincias del Perú, influidas por el Amauta, publicaron homenajes sobre su pensamiento y obra. Se tiene, por ejemplo, el Boletín Titikaka,[2] que contiene textos de homenaje a Mariátegui en sentido muy similar a los publicados en Apuntes monográficos. Estos son: «Nuestros valores continentales: José Carlos Mariátegui» (pp. 67 y 69), de César Augusto Palacios, y «El hombre prócer de la historia» (p. 83), de A. Adolfo Villar, como exégesis del pensamiento y la obra del Amauta. En palabras de César Palacios, «Con José Carlos Mariátegui se principia nuestro verdadero estudio de la realidad nacional con una visión y un criterio revolucionarios» (p. 67), y coincide en ello Adolfo Villar cuando se aproxima a la obra política de Mariátegui y afirma de este: «era el revolucionario científico; en una palabra, fue el hombre que vio de cerca el agitado problema del socialismo» (p. 83). La valorización resulta aleccionadora, pues permite comprender la notable influencia del pensamiento Mariátegui en Morococha. Por otra parte, el pesar por su temprana desaparición queda registrado en este párrafo:

José Carlos no ha muerto, José Carlos Mariátegui vive y vivirá, mientras sus ideas científicas persistan en esta generación y en la venidera. Si su cuerpo ha desaparecido, su alma revolucionaria y su corazón noble perdurarán en «Amauta» y en sus obras inmortales, cada vez, más ávidos de nuevos ideales. (Villar, 1930, p. 83)

3) Ensayos feministas, referidos a la condición de la mujer en 1930, los textos escritos por maestras presentan un esquema del problema partiendo de la perspectiva histórica, analizan la función social y política de la mujer, la de sus deberes y derechos, así como la proyección de su desarrollo personal y profesional, y concluyen con la temática amorosa. Los artículos son los siguientes:

-«Importancia de la educación de la mujer» (pp. 47-48), de Zoila Aurora Zevallos, presenta un tema polémico para su época: la elevación cultural y social de la mujer peruana. Esta posición se sustenta en su educación e invita a romper con los tabúes que impiden su desarrollo en el trabajo profesional. Las feministas peruanas pueden encontrar aquí sus referentes más sólidos.

-«Mis  dos  amigos» (p. 69), de Juana Rosa Sovero, cambia el sentido de las visiones anteriores, ya que representa un giro temático sobre lo femenino: la frivolidad y el tema amoroso se abordan desde  la perspectiva  intimista  y  desenfadada,  y la moral y las costumbres de la época siguen un esquema conductual del amor «puro y duradero», acompañado de inocencia, belleza e inteligencia.

-«La mujer ante la historia» (pp. 85, 88 y 90), de María Consuelo Vento, aborda la presencia de la mujer peruana en la historia de inicios del siglo XX y los referentes femeninos más relevantes de su tiempo. La autora no se detiene en personajes ya conocidos como Dora Mayer, Zoila Aurora Cáceres y Magda Portal, sino que también nos presenta a algunas protagonistas desconocidas que han marcado un hito en el feminismo peruano: Julia Isabel Castañeda, Miguelina Acosta Cárdenas y Rosa María Guerrero.

4) Prosas intimistas, con estilo de redactor periodístico, ágil y breve, recurre a una visión psicologista para presentar el estado anímico del articulista respecto a lo cotidiano y lo social. En esta parte, los artículos son los siguientes:

-«Una tarde» (p. 48), de Adrián C. Sovero, redactado como testimonio personal, tiene como motivo recurrente la nostalgia por la adolescencia, así como el presente en la difícil vida minera.

-«Palabras de estímulo» (p. 63), de M. Herminio Cisneros Z., director de El Diario de Cerro de Pasco, presenta las condiciones del trabajo periodístico de la época, y alienta a Blanco a seguir con los principios de un periodismo objetivo y veraz.

-«Recuerdos» (pp. 77-78), de José Castillo Matos, recurre, también, al tema nostálgico, con una alta dosis de intimismo que incluye al lector en la construcción vital de un romanticismo cercado por las circunstancias y el olvido.

También, en esta sección, se tienen textos poéticos. Las cualidades estéticas de la metáfora se desplazan hacia el realismo ingenuo, en un discurso ecuménico e intimista. La influencia de la vanguardia es débil, la unidad temática es la vida minera, y los tanteos usualmente discurren por el verso  libre antes que por el soneto. En este marco, se puede leer «Cristo en el Ande» (pp. 61-62), de Arturo Bravo; «El hijo del Ande» (p. 72), de Gamaniel Blanco —cuya construcción difiere en calidad con la del poema «Cuadro minero»—; «Ciudad muerta» (p. 75), de Luis A. Rivero; y, finalmente, «Cuadro minero» (p. 75), de Tomás Miro Quesada.

El tema amoroso y romántico está construido bajo una débil influencia de modernismo y puede leerse en los poemas: «Ofrenda» (p. 62), de Enrique Díaz L.; «Amor» (p. 64) y «Charleston» (p. 75), de Clodoaldo A. Espinosa Bravo; «Deja tranquilo…» (p. 71), de Alcides S. Hurtado de Mendoza; y «Meditación» y «Nostalgia» (p. 74), de César Augusto Palacios.

En «Charada científica» (p. 66), Luis E. Pinto rompe con el esquema poético lírico de sus antecesores. Sus versos se erigen como una motivación lúdica, y el cultivo del saber es el fin mismo del verso. Las charadas son un pasatiempo en el que se trata de encontrar una palabra mediante una indicación que hay sobre su significado. Se la descompone en partes, y estas partes forman otras palabras.

Este panorama intelectual representa una muestra de las condiciones culturales que el autor supo registrar en 1930, la presencia de ideas socialistas en sus protagonistas y sus perspectivas personales durante la residencia en el distrito minero.

Llaman la atención ausencias notables en esta sección: no hay textos de Augusto Mateu Cueva, quien, ya en 1929, había publicado, en Amauta, No.23, El factor económico de la delincuencia. Tampoco figura Miguel de la Mata, que, en dicha época, ya pergeñaba su novela En la noche infinita (1965); y, de Abelardo Solís (1928), su texto «El problema agrario en el Perú» fue motivo de sus intervenciones culturales en la Sociedad de Pro Cultura Nacional. Ellos fueron muy cercanos a Gamaniel Blanco, más allá de que es probable que tuvieran distancias de apreciación con el autor, habida cuenta de que este fue muy dinámico al momento de lograr la edición de los Apuntes monográficos de Morococha.

Si se compara Lampadas del minero (1988), de Augusto Mateu Cueva, y Apuntes monográficos de Morococha (1930), de Gamaniel Blanco, se encontrarán temas comunes descritos sincrónicamente por ambos autores. Los personajes y situaciones descritas son coincidentes, y las perspectivas y la estructura de ambos textos guardan unidad discursiva. El nexo y la síntesis entre el ensayo monográfico de Blanco y la narrativa de Mateu permiten comprobar la llamada literatura de no- ficción. El realismo literario se erige como la forma creativa representativa de una naciente literatura proletaria en el Perú, cuyas motivaciones temáticas son las condiciones de trabajo en las minas.

Parte 5: Instrucción

En esta sección, Blanco (pp. 94-99) realizó un registro minucioso de las escuelas de Yauli-La Oroya y del distrito de Morococha. Puso énfasis en la importancia del tema educativo, como cuando dijo: «Este es uno de los puntos que requiere mayor atención dentro del marco de la realidad» (p. 94). Presentó, también, las denominaciones de las escuelas y los preceptores que laboraban en cada una de ellas. Mencionó, además, a la Comisión Escolar Obrera como ente representativo de los trabajadores mineros, que ejercían la administración de sus Centros Escolares Obreros mediante autogestión.[3]

Estos trabajadores fueron los primeros en experimentar una educación alternativa en la formación de sus hijos.[4]

Destacó Blanco que sostenían sus escuelas mediante el descuento obligatorio de cuarenta centavos del salario que percibían.

Este Centro Escolar Obrero fue fundado en 1924 por un grupo de trabajadores mineros asociados al Club Movilizables No. 1. Aquellos trabajadores eran empleados por la Cerro de Pasco Copper Corporation y la negociación Puquio-Cocha de Lizandro Proaño. Funcionó en la antigua Casa Hacienda Pflücker, y solo obtuvo reconocimiento oficial del Ministerio de Justicia e Instrucción en 1926 y fue clausurado en noviembre de 1930. Blanco presentó fotografías del cuerpo docente en 1930, del personal de auxiliares y alumnos y de Ramón D. Azcurra, presidente de la Comisión Escolar Obrera. Estas imágenes permiten interpretar la participación de sus protagonistas y ubicarlos en el contexto histórico de la época.

Hasta aquí la información brindada resulta un testimonio de parte de Gamaniel Blanco. No obstante, lo que no informa, pero luego he investigado,[5] es que la labor de dichos maestros y trabajadores mineros fue una experiencia educativa marxista inédita en el Perú, que permitió operar cambios en la formación de los hijos de los trabajadores mineros. José Carlos Mariátegui compartió con los maestros de los Centros Escolares Obreros el texto Pedagogía proletaria, publicado por la ITE, que resumía los temas y las ideas expuestas durante las jornadas pedagógicas de Leipzig, en 1928.

Gamaniel Blanco, quizás, avizoró que esta experiencia educativa duraría poco tiempo debido a su constante confrontación con la poderosa transnacional norteamericana, la que, finalmente, presionó para la clausura de los Centros Escolares Obreros.

Esta experiencia educativa mereció todo el esfuerzo y sacrificios por parte de maestros y líderes mineros de Morococha. El autor (1930) indicó lo meritorio de su funcionamiento. Escribió:

El sostenimiento de estas escuelas, por la clase trabajadora, sin apoyo de ninguna otra entidad, es un timbre de honor y de orgullo para el elemento consciente. Su ejemplo debe ser imitado en todas partes. Loor y gloria a sus fundadores y bendición eterna a los que laboran por su sostenimiento. (p. 96)

Gamaniel Blanco finalizó esta sección con un llamamiento a que esta novedosa experiencia debía ser imitada por los trabajadores mineros de Malpaso, Goyllarisquizga, Cerro de Pasco y La Oroya.

Augusto Mateu Cueva, en Lampadas del minero (pp. 29-37), narra el funcionamiento de los Centros Escolares Obreros, muestra una opinión favorable por dicha experiencia. Ese mismo año, 1930, Augusto Mateu, siguiendo la propuesta de Gamaniel Blanco, trató de convertir una escuela fiscal de Goyllarisquizga en una Escuela Obrera administrada por sus trabajadores, experiencia que fue impedida por el prefecto de Junín y la maestra de dicha escuela.

Parte 6: Viabilidad

El autor registró las distancias de recorrido desde el distrito hacia Yauli y Ticlio, así como los puntos de referencia para la circulación vial, y mencionó que, al amparo de la redención vial, se construirá la carretera Morococha-Casapalca, que formará, después, la Carretera Central. Brindó, además, información sobre las llegadas y las salidas de trenes de Morococha a Ticlio, como el de Morococha a La Oroya, habida cuenta de que el servicio ferroviario se cubría de Lima a La Oroya y viceversa.

Parte 7: Otros aspectos

Blanco mencionó a los teatros y cinemas Reborí y Los Andes, donde se proyectaban películas traídas de la capital. Hizo también un reconocimiento del Estudio Fotográfico Pecho-Luna. Destacó la ausencia de un vocero periodístico digno de merecimiento en el distrito, y reconoció que un diario permite un vínculo comunicativo entre la población minera. Dejó pendiente muchos aspectos que deberían consignarse en la publicación, y, asimismo, dejó entrever que, en el futuro, la monografía debía incrementarse, hecho que no sucedió al fallecer este, en abril de 1931.

Parte 8: Visión histórica de la provincia de Yauli

En esta última parte, Blanco presentó una descripción de la evolución y cambios territoriales de la provincia de Yauli: indicó que, hasta 1839, perteneció a la provincia de Huarochirí y, en 1876, fue dividida en dos partes, al crearse el distrito de Chacapalpa, y ambas pasaron a ser parte de la provincia de Tarma, a la que perteneció hasta 1906, con sus cuatro distritos, y con Morococha, que se creó como el quinto distrito, en 1907, desde el que forma parte de la provincia de Junín. Además, hizo referencia a la contribución de su población a la causa patriótica que lideraron el general José de San Martín y su ministro Monteagudo contra las tropas realistas asentadas en su jurisdicción.

Epílogo

Entre septiembre de 2017 y febrero de 2018, la Casa de la Literatura Peruana realizó la exposición «Un Espíritu en Movimiento. Redes Culturales de la Revista Amauta» bajo la curaduría de Diana Amaya y Mauricio Delgado. De esta exhibición, me interesó la segunda sala, titulada: «Una Escuela Imaginada», en la que se destacó la participación e impulso de los trabajadores mineros en la creación y dirección de sus propias escuelas obreras.

La exposición descubre el interés del director de la revista Amauta, quien proporcionó literatura pedagógica entre líderes mineros y maestros del distrito de Morococha. Gamaniel Blanco mantuvo correspondencia con Mariátegui y ello se puede ver en la exposición de un inédito, en el cual Blanco y Palacios —directores de la revista Alborada, órgano de los Centros Escolares Obreros— le solicitan colaboración para uno de sus números.[6] En otra parte de la exposición, también emerge una carta de Blanco a Arroyo Posadas, en la que le expone los motivos sindicales y organizativos de los trabajadores mineros.[7] Aún existen manuscritos y un epistolario por descubrir entre los líderes mineros y José Carlos Mariátegui, tanto en archivos particulares como institucionales.

Esta edición facsimilar permitirá alcanzar información primaria de mano del insigne maestro de ideas socialistas que dirigió una importante experiencia educativa y el surgimiento de una escuela creada y dirigida por trabajadores mineros de Morococha.

Este esfuerzo por la impresión del facsímil es compartido con nuestro filósofo Joel Rojas Huaynates, que dirige Heraldos Editores, quien participa en la imperiosa necesidad  por poner este documento en manos de los estudiosos del pensamiento peruano, sobre todo, de la región central del país.

Es satisfacción personal cumplir uno de los anhelos de mi padre —el poeta autodidacta Víctor Mazzi Trujillo—, para que se imprimiese una edición facsimilar de este documento, que, con mucho celo y orgullo, preservaba en su biblioteca personal.

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Portocarrero, Julio. (1987). Sindicalismo peruano: primera etapa, 1911-1930. Lima: Labor.

Raimondi dell’Acqua, Antonio. (2006). El Perú. La sierra y la selva central: Morococha, Cerro de Pasco y Chanchamayo, vol. III. Lima: UNMSM.

Salazar-Soler, Carmen. (2006). Supay Muqui, dios del socavón: vida y mentalidades  mineras.  Lima: Congreso del Perú.

Santiváñez, Jerónimo. (1930). «Informe del prefecto de Junín a dirección de Gobierno. Cursado el 20 de noviembre de 1930». En: Archivo General de la Nación, Ministerio de Interior y Gobierno. Legajo 296, Prefecturas Callao, Huánuco, Huancavelica, Junín, 1930, p. 27.

Solís, Abelardo. (1928). Ante el problema  agrario. Lima: Editorial Perú.

——. (1929). «La verdad sobre la catástrofe de Morococha». En: Amauta, n.o 22, pp. 84-87.

Spalding,  Karen.  (2012). El diario histórico  de Sebastián Franco de Melo: el levantamiento de Huarochirí de 1750. Lima: Centro Peruano de Estudios Culturales (CPEC).

Universidad Nacional del Altiplano [UNA]. (2015). Boletín Titikaka, n.o XXXIV.

[1] De forma paralela al estudio fotográfico Pecho-Luna, apareció otro fotógrafo importante: Sebastián Rodríguez. Sobre este último, Antmann (1981) realizó un estudio de su archivo fotográfico, cuyas imágenes estudiadas muestran parte de la vida minera en el distrito, desde 1928 hasta 1968. «Sus fotografías –señala Antmann (1981)– no solamente demuestran las condiciones materiales de un grupo humano, sino que también nos permiten apreciar sus actitudes hacia el mundo, expresadas en los gestos, poses y comportamientos adoptados por los personajes ante la cámara» (p. 121). Queda muy poco de este archivo, que constituye una memoria invaluable en el estudio histórico de Morococha. Informa Antmann (1981) que, en 1974, «la mayoría de sus negativos en placas de vidrio fueron destruidos y arrojados como cualquier desperdicio en un basural en la pampa de Morococha sin que nadie reparara en la pérdida de tan valioso testimonio» (p. 123).

[2] «José Carlos Mariátegui, fallecido en Lima el 16 de abril de 1930. El “Boletín Titikaka” contó en Mariátegui a uno de sus buenos amigos. En repetidas oportunidades, hízole objeto de su estimación. Esto explicaría el homenaje que, en nombre de los muchachos libres del departamento de Puno, rinde a su memoria, si no  fuera un deber continental hacerlo con la memria de uno de los paladines de la nueva conciencia, cuya vida es un desiderátum de energía, de heroísmo, y de sabiduría que honra a Indoamérica y presenta síntomas de su definición espiritual. Pero nuestro homenaje no se reduce a esta edición dedicada al compañero; tampoco fue ageno [sic] el «Boletín Titikaka» al homenaje que la juventud le rindió, por órgano de la Asociación de Estudiantes Indígenas, organizando, con la S. F. A., la conferencia que sobre el «Episodio Vanguardista de Indoamérica» ofreció Gamaliel Churata, oportunidad en la cual hizo un elogio proletario de Mariátegui». En: Boletín Titikaka (1930), No. XXXIV, p. 1.

[3] Emilio Pinelo, en Alborada, (1929), testimonia: «En Morococha Vieja hay dos Centros Escolares Obreros de ambos sexos, con sus respectivos directores, todos de notoria competencia y entusiastas en el arte de la enseñanza; tan es así que se nota, con dulce satisfacción, un adelanto intelectual en los alumnos y alumnas. El Centro Escolar Obrero de varones cuenta poco más o menos con 200 alumnos y el de mujeres con 150 alumnas, todas alegres y chaposas, ¡parecen gringas! Estos dos Centros Escolares Obreros están bajo la vigilancia y control de una Comisión Obrera Escolar, compuesta por caballeros conscientes y aun intelectuales, muy entusiastas y celosos en el cumplimiento de sus deberes, con un presidente o director integérrimo, para lograr el adelanto de la juventud estudiosa proporcionándoles los indispensables enseres o mobiliarios y útiles de enseñanza gratuitas. En una palabra, la Comisión Obrera Escolar despliega todas sus actividades y energía con el mayor interés en pro de la instrucción, sin distinguir: clase ni religión» (p. 6). Agradezco a Diana Amaya por brindarme la edición digital del texto.

[4] Véase, en Mazzi Huaycucho (2007), el testimonio de Víctor Mazzi Trujillo: «Buena parte de mi infancia transcurrió en el campamento minero de Natividad (Morococha), y la calle comercio de Morococha Nueva, entre el ruido de las compresoras y los días nevados. En 1929 ingresé al Centro Escolar Obrero que, por entonces, no recibía subvención del Estado ni de ninguna empresa minera, ya que solamente se mantenía en base a las aportaciones de los trabajadores. Allí hice el aprendizaje de mis primeras letras bajo el cuidado de los escritores y dirigentes sindicales Augusto Mateu Cueva y Gamaniel Blanco, quienes a la vez habían sido cofundadores, junto a Adrián Sovero y Ramón Azcurra, de la Sociedad Procultura Nacional. Pero en 1930, fueron presos y/o perseguidos por socialistas y por conducir la protesta del movimiento obrero que terminó con la masacre de los trabajadores en Malpaso y, como consecuencia de la represión, murió en 1931, Gamaniel Blanco con las entrañas destrozadas en la carceleta Guadalupe del Callao» (p. 236).

[5] Véase mi tesis de maestría: «La educación proletaria en los Centros Escolares Obreros de Morococha: 1924-1930» (2003).

[6] «Alborada» / Directores Gamaniel E. Blanco-César A. Palacios. Administrador Maximiliano Gutiérrez C. / Morococha, junio 30 de 1929 / Señor JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI / Muy señor nuestro: Conocedores de su espíritu dinámico y altruista, nos es altamente honroso dirigirnos a Ud. con el objeto primordial de poner en su conocimiento que, debiendo preparar un número extraordinario del Vocero Escolar «ALBORADA», en homenaje al 107 Aniversario Nacional, suplicámosle se digne honrarnos con su valiosa colaboración, acompañando, si no tuviera inconveniente su cliché para engalanar nuestras páginas. / Aprovechamos de esta oportunidad para ofrecer a Ud. nuestra singular consideración y respeto. / LOS DIRECTORES /.

[7] FEDERACIÓN DE TRABAJADORES DEL CENTRO / MOROCOCHA-PERÚ / 8 de noviembre de 1929.

Al camarada Moisés Arroyo Posadas. Jauja.

C:

Es un deber de idealismo el que me impele dirigirle esta a pesar de no tener el alto honor de conocerle personalmente, aun que fué [sic] mi deseo eso, en mi ultimo [sic] viaje a esa en compañía del compañero Adrián C. Sovero. Es [En] esta hora de la lucha por los sagrados principios de evolución social y regeneraciónde nuestra Raza Madre, me es por demás grato expresar a Ud. [mi agradecimiento] por la benévola comunicación dirigida al camarada Sovero. Yo, como uno de los mas [sic] humildes afiliados a la causa obrera de este asiento minero agradezco de corazón vuestra palabra de aliento, por que [sic] es un gran motivo para fortalecer alma, corazón y músculos y cerebro, para seguir adelante en la tarea emprendida, tras los reclamos de las causas obreras de este lugar. Ojala [sic] que nuestros ideales triunfen, en esta hora de lucha noble, para que así cantemos con orgullo, digno de nuestra generación, la canción de fraternidad, en que están empeñados todos los pueblos del Orbe.

La comisión representativa que se apersonó donde  el  Dr.[Abelardo]  Solís  la  componíamos  el compañero Sovero  y  el suscrito. Permanecimos en esa solamente el tiempo necesario para la entrevista; y es por eso que [sic] salimos de regreso lo mas [sic] pronto posible porque en esta nuestra presencia se hacía por demas [sic] urgente, por tener que dejar instalada la Federación de Trabajadores del Centro, trabajo que llevamos a cabo el dia [sic] domingo 3 de los corrientes, con un exito [sic] rotundo, porque el elemento femenino hizo honor a nuestra actuación, señalando un precedente de gran recuerdo, recuerdo que perdurará para siempre entre el elemento obrero de este lugar.

Hoy, en que nuestras labores están encaminadas ya por una senda de felicidad, auguro que el exito [sic] coronará nuestras aspiraciones, con el reconocimiento oficial de la Federación, por que [sic] así nos lo ha ofrecido el Dr. Alberto Salomon [sic], Senador por el Departamento [sic]. El ambiente de Morococha, en los actuales momentos, guarda la misma cultura de los días del paro, y eso es uno de los motivos porque estamos triunfando en la labor emprendida, a base de [sic] tantos abusos y escarnios cometidos con nuestra clase indígena de las profundidades mineras. Felizmente a raíz de la huelga, parece que el elemento trabajador ha comprendido lo que le toca y que, actuando colectivamente, se puede hacer una cosa con mayores resultados de éxito [sic]. En estos dias [sic] la labor que estamos realizando es por demás pesada, porque solamente un reducido grupo, de los que formamos el Personal Directivo [sic] de la Federación esta [sic] actuando con todo fervor, aunque han surgido de aquellos enemigos gratuitos que siempre les gusta hacer de su honor una especie de Mercado o Agencia Comercial [sic]. Mas esto no nos obliga sino a seguir trabajando en pos del ideal trazado, pese a quien pesare. Es nuestro deber.

Con los sentimientos de mi mejor consideración, estrechole mi humilde mano de camarada, augurando que nuestros ideales de noble simbolismo triunfen en no lejanos días.

Por la fraternidad de los Pueblos y por la Regeneración de nuestraRaza Madre [sic].

Humildemente, vuestro camarada. Gamaniel Blanco. Firma.

Perdone las faltas, por motivo del apuro en que me encuentro, con los asunto de la Secretaria [sic] de la Federación.