Apuntes monográficos de Morococha. Estudio Preliminar. Parte 1

Víctor Mazzi Huaycucho

Tenemos el agrado de presentar este texto que acompaña la publicación de la edición facsímil que los amigos de la editorial Heraldos Editores hicieron del texto de Gamaniel Blanco, Apuntes Monográficos de Morococha, el cual constituye un documento de gran valía para el estudio histórico de la tradición socialista en Perú. Agradecemos al autor que nos haya autorizado la publicación.

  • Gamaniel Blanco, Apuntes monográficos de Moroccha, Pequeño aporte para una monografía de la provincia de Yauli, Edición facsimilar, Estudio preliminar y edición de Víctor Mazzi Huaycucho, Lima, Perú, Heraldos Editores, 2021.

La presente edición representa un noble esfuerzo por poner en manos del público el texto de Gamaniel Enrique Blanco Murillo, publicado en 1930. Preservados dentro de la tradición familiar, el autor guardó amistad e ideales con José Mazzi Vargas, mi abuelo. Mi padre —escritor autodidacta— estudió en el Centro Escolar Obrero, institución educativa regentada por los trabajadores mineros, donde Blanco se desempeñaba como educador, y conservó los Apuntes monográficos de Morococha con sumo cuidado en su biblioteca personal, y, precisamente, esta tradición familiar ha hecho posible que la memoria de este insigne maestro no se pierda, y su obra nuevamente pueda leerse con esta edición facsimilar.

Alcides Marín fue el seudónimo literario utilizado por Gamaniel Enrique Blanco Murillo, autor del registro testimonial de una época convulsionada de la que fue partícipe: crisis económica mundial en octubre de 1929, consolidación de los capitales norteamericanos a través de la Cerro de Pasco Copper Corporation —una de las más poderosas transnacionales de la minería del siglo pasado—, fundación del Sindicato Minero de Morococha, constitución de la Federación de Mineros del Centro, cruento desenlace del Congreso Minero en La Oroya y masacre de trabajadores en Malpaso.

La historia del proletariado minero está ligada a la consolidación del proyecto socialista en el Perú, enarbolado por José Carlos Mariátegui, cuya meta fue la organización sindical y política del movimiento obrero peruano, y, en particular, del proletariado minero del Perú, cuyo epicentro fue el distrito de Morococha.

A lo largo de su evolución histórica, Morococha, durante la dominación colonial española, fue registrada como la Hacienda Mineral Tucto. En 1860 pasó a ser explotada por Carlos Pflücker y Pedro Iriarte, de los cuales el primero se quedó con toda la propiedad minera. Desde 1901, al amparo del nuevo Código de Minería, se iniciaron las adquisiciones de propiedades y concesiones mineras por parte de un «sindicato» de accionistas norteamericanos, que, en 1916, se convertirá en la Cerro de Pasco Copper Corporation.[1]  En 1971 esta compañía fue nacionalizada y convertida en Centromin Perú, y Morococha fue convertida en una unidad de producción de la empresa estatal.

Como parte de la política neoliberal del gobierno de Fujimori, en la década de 1990, fue rematada a la empresa extranjera Doe Run, y, posteriormente, ya en años recientes, fue subastada y entregada en concesión a la empresa Chinalco para el desarrollo de minería a tajo abierto, en el proyecto denominado «Toromocho», con lo que el distrito está siendo desplazado a otro espacio geográfico, y las casas y edificaciones, tanto en Morococha Vieja como en Morococha Nueva, se están demoliendo. Así, parte de la historia del sindicalismo peruano minero está por desaparecer.

Del autor

Gamaniel Enrique Blanco Murillo nació en la comunidad campesina de Vinchos, provincia de Daniel Alcides Carrión, en Cerro de Pasco. Según su partida registral —libro n.° 49, foja 397— de la Municipalidad Provincial de Pasco, su fecha de nacimiento fue el 3 de mayo de 1907.

Realizó sus estudios en el Liceo Cerreño y, después, en la Escuela Primaria 491, en Pasco. En 1912, a raíz del deceso de su madre, Juana Murillo, pasó a la tutela de su tío Vicente Blanco, cuyo rigor y formación intelectual formaron su autodidactismo, basado en la lectura y la escritura de textos periodísticos. De la Torre (2004) informa que, en 1920, se integró a los Boys Scouts de Cerro de Pasco, fundado por su maestro Julio Cárdenas, con los cuales realizó viajes por todo el departamento de Pasco. Sus inquietudes de juventud por registrar todo lo que observaba en sus distintos viajes por su tierra natal, Cerro de Pasco, lo introdujeron en el periodismo regional. A los 15 años, trabajó como tipógrafo y redactor del diario pasqueño El Minero, para luego ocupar el puesto de reportero y corrector editorial. Gustaba firmar sus artículos con el seudónimo «White», que, posteriormente, cambiará por el de «Alcides Marín».

En su juventud, integró distintos clubes sociales de Cerro de Pasco, y llegó a ser presidente del Club Juventud Apolo, además de ser socio del Club Sport Team Cerro, donde  fue  nombrado prosecretario en 1924. Ese mismo año fue miembro activo de la Sociedad de Obreros Billinghurst y de la Sociedad Daniel Alcides Carrión. Sus inquietudes sociales despertaron su activismo en favor de las reivindicaciones de los mineros de Pasco, y redactó artículos que describían la situación deplorable de las labores extractivas del mineral en socavones y minas.

Fue un entusiasta integrante de diversos clubes carnavalescos de Pasco, y compuso letras de mulizas y huainos que fueron musicalizados por Graciano Rixi. Esta participación lo muestra como un destacado compositor.

En 1925 participó como reportero durante un raid automovilístico que atravesó la cordillera de La Viuda, para demostrar la conveniencia de la apertura de una nueva red vial que uniera directamente Cerro de Pasco con Lima, pasando por Canta (Pérez Arauco, 1984).

En 1927 trabajó como preceptor en escuelas de Patarcocha, donde mostró una gran labor pedagógica con los niños, así como el rápido progreso que aquellos lograban en sus aprendizajes. Parte de esta formación se inició durante su participación en los Boy Scouts, experiencia que le serviría en su labor como maestro de escuela.

En 1928 residió en Morococha, donde laboró como maestro en los Centros Escolares Obreros. Ese mismo año, fundó el periódico El Martillo y, posteriormente, junto con César Augusto Palacios, Alborada, vocero oficial de los maestros de los Centros Escolares Obreros. También se desempeñó como corresponsal de Amauta y Labor,[2] así como de diarios de Cerro de Pasco, Huancayo, Tarma y Jauja. Cisneros y Suárez (1967) afirman que los artículos y notas que escribió para aquellos periódicos dan referencia de la evolución y maduración de sus ideales hacia el pensamiento y la acción socialistas.

Su labor pedagógica se desarrolló bajo el influjo de la Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza ([ITE], 1930). Realizó una experiencia inédita en la educación peruana.[3] Inició, en 1928, sus indagaciones para publicar una monografía sobre el distrito minero de Morococha. En diciembre fue testigo de la inundación de galerías y socavones por el desborde de la laguna de Morococha, catástrofe en la que perecieron 32 trabajadores mineros. Redactó informes y artículos periodísticos en los que señaló las responsabilidades de funcionarios de la Cerro de Pasco Copper Corporation en esta tragedia (véanse: Anónimo [«Informador»], 1928; y Solís, 1929).

Junto con otros líderes mineros, como Augusto Mateu Cueva, Adrián C. Sovero y Ramón D. Azcurra, entre otros, en febrero de 1929, fundó la Sociedad de Pro Cultura Nacional, como órgano cultural para propender a la educación de los trabajadores mineros.

Dirigió la huelga minera del 10 de octubre de 1929, y logró el reconocimiento del Comité Central de Reclamos, que, después, se convirtió en la Federación de Trabajadores del Centro. Su labor sindical fue meritoria: influyó y dirigió los reclamos obreros sin ser un trabajador minero empleado por la compañía norteamericana, ya que fue un maestro de escuela con ideales organizativos y a favor de la educación de los trabajadores.

En 1930 desarrolló con mucho ahínco el trabajo educativo y sindical. Por un lado, está su labor de maestro experimentando nuevas metodologías pedagógicas con los hijos de los trabajadores mineros, y, por otro, la orientación y organización de los trabajadores bajo ideales socialistas (Mazzi Trujillo, 1961, 1976, 1991, 2006). En abril de 1930, al fallecer José Carlos Mariátegui, se adhirió al Partido Comunista y se convirtió en el líder más importante para la organización sindical minera de Morococha. En mayo de ese mismo año, fundó, junto con César Augusto Palacios, la revista Justicia, vocero del Comité Central de Reclamos.

El 2 de octubre del mismo año, se produjo un nuevo paro laboral, causado por el rechazo a los acuerdos laborales conseguidos el año anterior por parte de funcionarios de la compañía norteamericana. El conflicto fue resuelto en favor del Comité Central de Reclamos. Gamaniel Blanco desarrolló, junto con Augusto Mateu Cueva (1939, 1940, 1947, 1988), Adrián C. Sovero, Julio Portocarrero (1987) y Jorge del Prado (1983, 2010), el trabajo de consolidación de la organización sindical de trabajadores mineros de Yauli-La Oroya, Cerro de Pasco, Goyllarisquizga y Malpaso.

En noviembre participó como delegado pleno de la Federación de Trabajadores del Centro ante el Primer Plenum de la Confederación General de Trabajadores del Perú, desarrollado en el Teatro Municipal de Lima. Uno de los acuerdos tomados en este Pleno fue comisionarle la organización del Primer Congreso Minero en La Oroya, tarea que asumió con responsabilidad y persistencia.

Este Congreso Minero se inició el 8 de noviembre pese a la férrea oposición del directorio de la compañía norteamericana y por los sabotajes del gobierno de Luis Sánchez Cerro a través del prefecto de Junín, Jerónimo Santiváñez.

El Congreso fue interrumpido abruptamente el 11 de noviembre mediante el apresamiento de todos sus delegados mineros, quienes, en horas de la madrugada, fueron enviados a prisión en Lima. La población de La Oroya en respuesta a esta medida apresó a dos funcionarios de la compañía norteamericana y se declaró en huelga. El gobierno de Luis Sánchez Cerro retrocedió y concedió la libertad a los delegados mineros.

Durante el transcurso del conflicto, el prefecto precipitó la represión de los trabajadores de la hidroeléctrica de Malpaso que marchaban a recibirlos. En la refriega, murieron 23 obreros y 3 empleados de la compañía norteamericana. El Congreso Minero fue disuelto mediante la declaración del estado de sitio en los departamentos de Lima y Junín, por Decreto Ley N.o 6927, y la disolución de la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP), por Decreto Ley N.o 6926. La emisión de estos dos decretos, en palabras del prefecto de Junín Santiváñez (1930), «produjo el aplanamiento general de la clase obrera» (p. 27). La masacre de Malpaso y la declaratoria del estado de sitio produjo el desmoronamiento de la organización sindical minera del Centro del Perú.

Clausurado el Congreso Minero, el directorio de la compañía norteamericana despidió a gran cantidad de trabajadores de Morococha, La Oroya, Goyllarisquizga y Malpaso. El régimen de Luis Sánchez Cerro desató una tenaz persecución y encarcelamiento de todos los líderes sindicales mineros. Gamaniel Blanco fue detenido el 15 de noviembre en Morococha, junto a Adrián C. Sovero, Ramón D. Azcurra y Miguel de la Mata, entre otros muchos. Fueron trasladados a la Carceleta de Guadalupe, en Lima, y luego a la colonia penal El Frontón (Callao).

Su carcelería en la isla le desencadenó una severa bronquitis. Cuando empeoró su salud y estuvo en estado agónico, fue trasladado al hospital Dos de Mayo, en Barrios Altos. Falleció el 16 de abril de 1931,[4] un año después de la muerte de José Carlos Mariátegui. Sus restos reposan en el cementerio Presbítero Maestro.

Obra escrita

Como intelectual comprometido con los ideales socialistas, el autor denotó una prosa y poesía de carácter social y denunció la condición pauperizada en la que se desenvolvían los trabajadores mineros.

Gamaniel Blanco ha escrito gran cantidad de ensayos y artículos, muchos inéditos y la mayoría desperdigados en diarios y revistas de la época. Cerna Bazán (1980) indica que es considerado autor de mulizas de protesta, tales como: Cuadro minero, Canciones  como recuerdos, La vida es  un carnaval, Ángel de puna y El hijo del Ande, temas que, como testimonia Víctor Mazzi Trujillo, fueron cantados y recitados por los estudiantes de los Centros Escolares Obreros.

Como dramaturgo, escribió la obra teatral Gloria a la madre, texto del cual solo existen fragmentos copiados por estudiantes del Centro Escolar, y que puso en escena con la participación de los hijos de los trabajadores. El guion expone sobre la situación de las mujeres pobres, esposas de mineros, llamadas «pallas», que la Cerro de Pasco Copper Corporation empleó para labores de pulverización, de manera artesanal, del mineral en superficie o «canchas», que se realizaba en las peores condiciones de trabajo y por el que se pagaba míseros salarios. A esta labor se le conocía también como «pallaqueo» o «chanqueo». Al poner en escena la cruda realidad social de las mujeres en las minas, buscó generar conciencia y compromiso entre sus lectores: los mismos trabajadores mineros.

No llegó a escribir sobre sus experiencias pedagógicas en el Centro Escolar Obrero, y esto puede evidenciarse en sus textos que publicó en la revista Alborada, donde explica algunos criterios originales para mejorar la enseñanza y el aprendizaje entre los hijos de los trabajadores mineros.

El único texto orgánico que llegó a publicar en vida fue Apuntes monográficos de Morococha, auspiciado por el tipógrafo Simón Camargo Moreno, autofinanciado mediante la venta de publicidad a comerciantes y artesanos del distrito y, también, por la venta de imagen en la página social de personalidades.

Durante las primeras décadas del siglo XX, existe la extendida tradición de elaborar monografías en distintas provincias del Perú, lo que se muestra en la persistente necesidad por registrar detalladamente la economía, historia, cultura y personalidades que caracterizan el espacio geográfico de convivencia. En la región central del Perú, existen monografías sobre distritos y provincias, todas bajo selección temática, que presenta lo relevante de la población, instituciones y tradiciones características.

Gamaniel Blanco, al redactar los Apuntes monográficos de Morococha, expresó que este constituye «un pequeño aporte» y caracterizó su realización como «apuntes», al entender estos como una primera aproximación al estudio del distrito minero. Concibió un futuro texto como un trabajo de gran envergadura, y se trazó como meta culminar la redacción sobre temas que recogió en diferentes archivos de la región, además de testimonios que recogió de boca de sus protagonistas. El tiempo que tardó en redactar la monografía lo compartió entre sus labores como maestro de los Centros Escolares Obreros, periodista, escritor y líder sindical.

A diferencia de los estudios geomorfológicos y metalúrgicos que consignan Raimondi (1861) y Jochamowitz (1908) sobre Morococha, los Apuntes monográficos viran la mirada hacia los trabajadores mineros y personajes representativos de la época. La información que recogió es confiable y objetiva: tomó testimonios, entrevistó a diferentes personalidades: trabajadores, autoridades y medianos empresarios residentes en el distrito. Elaboró un registro pormenorizado de organizaciones culturales y sociedades provinciales presentes en el distrito, y expuso un inventario de proyectos y anhelos de cada sociedad provincial. Asimismo, dejó expuesto el sistema salarial y las condiciones de trabajo que regían bajo la administración de la Cerro de Pasco Copper Corporation.

Una lectura más atenta de los Apuntes monográficos nos indicará que la preocupación del autor no es la compañía norteamericana, sino sus protagonistas creadores de riqueza: los trabajadores mineros, quienes son reivindicados y cobran notoriedad con sus anhelos de progreso personal y sus necesidades culturales y educativas.

Pensamiento

La evolución de las ideas del autor desemboca en su  adhesión al pensamiento socialista. El 20 de mayo de 1930, a instancias de la Tercera Internacional Comunista, el Partido Socialista del Perú, fundado por José Carlos Mariátegui cambió su denominación a Partido Comunista. Este cambio de nombre no varió los términos ideológicos y organizativos que Mariátegui había trazado con la finalidad de consolidar la organización sindical y política de los obreros peruanos.

Martínez  de  la Torre  (1974, t. 1) informa que, en julio de 1930, Jorge del Prado Chávez fue destacado a Morococha con la misión de consolidar la influencia del Partido Comunista entre los trabajadores mineros del distrito. A su arribo, descubrió que su existencia era pública y no exhibió ningún velo de secretismo. Gamaniel Blanco había desarrollado un formidable trabajo de propaganda y centralización organizativa entre los mineros, tal como se lee en una carta que escribió a Ricardo Martínez de la Torre.[5]

Esta referencia permite entender comunicación entre Mariátegui y nuestro líder minero. Blanco conoció el programa del Partido Socialista que había redactado Mariátegui (1980b) en 1928. Encontró resistencias y conflictos al momento de la defensa del legado de Mariátegui en la organización comunista. Eudocio Ravines, elegido nuevo secretario general, implantó la directiva de «clase contra clase», dentro de las propias filas. Esta consistió en desarrollar «luchas implacables» y «golpes despiadados», pues «quien no era un reaccionario declarado era un contrarrevolucionario en potencia». Privilegiaba el conflicto interno para el aislamiento, depuración y expulsión de supuestos enemigos. El discurso de Ravines siguió las directivas del Buró Sudamericano de la Tercera Internacional, que dirigía el argentino Victorio Codovilla, y se radicalizó en contra de los defensores del legado del Amauta, tildándolos de «mariateguistas».[6]

De distintas maneras, Blanco enfrentó la línea oficial de «desmariateguizar» el Partido Comunista. Puede evidenciarse tal postura en el testimonio que brinda Jorge del Prado sobre la acción de Blanco durante el paro minero del 10 de octubre de 1930. Alexander McHardy y William Skeen —funcionarios de la Cerro de Pasco Copper Corporation— agredieron a Adrián C. Sovero, rechazándolo como representante sindical. El agredido como líder del Comité Central de Reclamos inmediatamente paralizó todas las labores y, con los trabajadores, presionó e hizo apresar a dichos funcionarios, aun pese a la oposición del jefe policial del distrito, el sargento segundo Víctor Silva Sánchez. En la puerta de la comisaría, dicho policía intentó disolver a balazos la manifestación, pero fue reducido por los obreros, cuando —como testimonia Del Prado—:

En esos momentos, y ante mi misma admiración, [Gamaniel Blanco subió a la baranda de la comisaría y desde allí habló acertadamente de la lucha de clases y de la toma del poder. Explicó también lo que quería decir el comunismo, y el discurso terminó con vivas a la unión de los Soviets. Los obreros se entusiasmaron. (Martínez, 1974, tomo 4, p. 74)

Conjeturamos que el discurso de Gamaniel Blanco siguió una estructura discursiva basada en la literatura que circulaba entre los dirigentes comunistas de la época. Lo destacable fue que, en plena campaña de «desmariateguización», fuera Blanco quien reivindica el pensamiento y obra del Amauta, tal como se evidencia en su discurso, realizado horas después, en el patio de los Centros Escolares Obreros. Afirma Jorge del Prado (Martínez, 1974):

Blanco, enseguida, pronunció un discurso en el que recalcó su primero [sic], e hizo una gloria [sic] mención del camarada [José Carlos] Mariátegui, incitando a seguir fielmente su obra. Poseído aún de un gran porcentaje de lirismo e idealismo, recomendó sobre todo “lectura” e insinuó la idea de fundar la Biblioteca Obrera Mariátegui. (p. 75) [Las cursivas son nuestras].

El discurso indica adhesión al pensamiento mariateguiano, que es tomado como modelo por seguir mediante el estudio autodidáctico. Meses después, también se registró su intervención durante el Primer Plenum de la CGTP, realizado en Lima (La Crónica, 7 noviembre de 1930), donde se consigna lo siguiente:

El compañero Blanco, delegado de la Federación de Trabajadores Mineros del Centro, tomó la palabra enseguida, remarcando el sufrimiento y la explotación a que estaba sometido el trabajador minero directamente al imperialismo yanqui. Sus palabras fueron apoyadas con mueras a todos los imperialismos y se cantó, como al terminar otros discursos, «La Internacional» y otros himnos del trabajador. (p. 16)

La efervescencia sindical después del derrocamiento del gobierno de Augusto B. Leguía el 25 de agosto de 1930 y las libertades iniciales que otorgó el régimen del comandante Luis Sánchez Cerro muy pronto se quebraron, cuando directamente se confrontaron con los intereses económicos de la compañía norteamericana.

El Plenum de la CGTP dejó como tarea inmediata la realización del Primer Congreso Minero en La Oroya. El prefecto de Junín, Jerónimo Santiváñez (1930), vigiló el desarrollo del Congreso con mucho recelo y hostilidad. Sobre la intervención de Blanco ante el Congreso, resalta (1930) la anotación de sus informantes:

Gamaniel Blanco, delegado de Morococha, pero que no era obrero, se expresa más o menos así: «¡¡Es la época ya de que dejemos las palabrerías para escoger la acción. Solamente la lucha a muerte puede darnos nuestros verdaderos derechos; y, lejos de desempeñar el papel de llorones, cobijémonos bajo el amparo de la bandera roja y declaremos la guerra sin cuartel!!». Hace después una exaltada apología de José Carlos Mariátegui, llamándolo el Lenin Americano. La exaltación de Blanco llega hasta el extremo cuando dice: «sí queremos ser libres, debemos imitar a la Rusia», «Si queremos conquistar nuestros derechos, luchemos franca, resueltamente, sin temores, debiendo hacerlo en este instante». (p. 13)

El ímpetu político de Blanco se detuvo cuando fue encarcelado y falleció en 1931. En 1942 se constituyó una Comisión Pro Mausoleo y se le rindió homenaje como mártir del sindicalismo peruano. En la revista Garcilaso(de fecha 16 de abril de 1942), leemos la siguiente información:

Homenajes: A GAMANIEL BLANCO: Se llevó a cabo en el salón de actuaciones de la ANEIP [Asociación Nacional de Escritores e Intelectuales del Perú], con la presencia de numerosa concurrencia. Al abrirse la actuación, pronunció unas palabras iniciales el Dr. Luis E. Galván, después de lo cual el Sr. Guillermo Rouillon D. hizo la presentación del conferencista Sr. Augusto Mateu Cueva, quien, en una acertada disertación, elogió la figura del periodista y maestro desaparecido. / Luego hizo uso de la palabra el Sr. Justo Armando Cabello, presidente del Comité Pro Mausoleo. Finalmente, el Sr. Nicolás Barzola, delegado de los obreros del asiento minero de Morococha. (p. 47)

El pensamiento de Gamaniel Blanco requiere mayor valoración, considerando que los Apuntes monográficos de Morococha no circularon entre el público de su época y, sin embargo, para su edición, contó con la participación de escritores contemporáneos provenientes de Jauja, Huancayo y Cerro de Pasco, como Clodoaldo A. Espinosa Bravo (1967), por ejemplo. Paralelamente, la influencia del realismo proletario puede evidenciarse en las narrativas de Augusto Mateu Cueva, en su novela inédita: Cerro de Pasco Corporation y en sus impresos de poesía: Alborada (1939), Gualda y Rosicler (1940), Antena proletaria (1947) y Lampadas del minero (1988), y, así como en la novela de Miguel de la Mata Beraún: En la noche infinita (1965). Víctor Mazzi Trujillo, en su texto Poesía proletaria del Perú (1976), sitúa a Gamaniel Blanco como uno de los precursores más importantes de la literatura proletaria peruana, y el precursor de la canción de protesta de corte clasista en el Perú.

Queda pendiente, para el estudio de su pensamiento, compilar y publicar su obra completa, recuperando sus artículos desperdigados en diarios de la época, y rescatar su obra teatral: Gloria a la madre.

Referencias

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[1] Kruijt y Vellinga (1983, 1987) precisan que: “El sindicato de accionistas estuvo integrado por J. B. Higgin, S. Mc-Cune, Phoebe Hearts, H. Mc Le Tembly, H. G. Frick, D. S. Mills y J. P. Morgan” (p. 49 y 11, respectivamente).

[2] Véase mi texto: «Impacto de Amauta en la prensa minera de Morococha  (1926-1930)»  (2017a,  2017b).  En: Actas  Simposio Internacional  Revista Amauta. 90  años, pp.  155-172;  y  en:Utopía y Praxis Latinoamericana. Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana  y Teoría Social (2017), pp. 89-99.

[3] Sobre esta inédita experiencia, véase el texto de mi autoría: Una experiencia alternativa en la educación peruana: los Centros Escolares Obreros de Morococha 1924-1930 (2007).

[4] Diario El Comercio (18 de abril de 1931, edición matutina): «Minutos antes de la una de la madrugada del jueves 16 [de abril de 1931], dejó de existir en el hospital Dos de Mayo –[…]– don Gamaniel E. Blanco, quien, desde hacía 5 meses, se encontraba detenido en la colonia penal El Frontón, acusado de actividades comunistas en el departamento de Junín. Los parientes del extinto nos han manifestado que este fue injustamente detenido, junto con varios líderes obreros, a raíz de ciertas actividades proletarias en  distintas ciudades  del  citado departamento, al  extraerlo violentamente de su puesto, que era el de director del Centro Escolar Obrero de Morococha, desde el cual –es cierto, nos han dicho– hizo campaña contra los yanquis. Asimismo, nos han expresado que, en la isla de El Frontón, contrajo, al poco tiempo de ser internado en ella, una grave afección pulmonar, sin que se le prestara ninguna atención médica durante el curso de su enfermedad y solo cuando estuvo en estado agónico se le remitió al hospital, en que falleció a consecuencia de lo avanzado de su mal; y, por último, que no es cierto que estuviese afiliado al Partido Comunista. El cadáver de Gamaniel E. Blanco fue sepultado ayer en el cementerio general de esta capital» (p. 7).

[5] Martínez de la Torre (1974), en Apuntes para una interpretación marxista de la historia  social del Perú, vol. 4, transcribe carta de Jorge del Prado sobre Gamaniel Blanco y Mariátegui: «También le comunico que, con gran sorpresa mía, nadie ignora aquí la existencia del P. [Partido]. Parece que José Carlos [Mariátegui] le dio a [Gamaniel] Blanco toda clase de detalles y, si mal no me acuerdo, hasta le entregó el manifiesto [del Partido]. [Gamaniel] Blanco, como buen pb [pequeño burgués], no pudo callar nada, y hoy tiene usted que todos lo saben, [y] creo que esto me ha de facilitar la labor, pues ya no tendré que andar con rodeos, ya que la cosa ha sido precipitada de ese modo. Lo malo es que, aunque conociendo su existencia, casi todos se muestren conformes de no pertenecer a él» (p. 29).

[6] La «desmariateguización» que proponía Ravines se puede explicar a partir de la idea que existió un conflicto insalvable entre Mariátegui y la III Internacional. La postura autónoma del Amauta respecto a sus directivas es referida por Alba (1954), cuando narra el encuentro entre Zinoviev y Ravines en 1927: «Cuenta Eudocio Ravines que, estando en Moscú, entrevistose con [Gregorio] Zinoviev –entonces aún jefe del Comintern–, y que el pelirrojo líder le encargó: “Salude de mi parte a Mariátegui. Dígale cuánto le agradezco lo que ha escrito sobre mí y otros camaradas. Mariátegui tiene una inteligencia brillante. No parece latinoamericano; no plagia, no copia, no repite como un loro cuanto dicen los  europeos”.  En  1924,  el  Amauta  escribió  el  artículo “Zinoviev y la Tercera Internacional”, en el que mostraba su adhesión al Comintern. Años después, Dora Mayer, con ironía, comentaba respecto al autonomismo mariateguiano y su sección Peruanicemos al Perú en la revista Mundial, desde la que «más que peruanizar al Perú, Mariátegui pretende sovietizar al Perú» (p. 59). [Las cursivas son nuestras].