A cuatro años del inicio de la Cuarta Transformación: Retos, avances y tareas pendientes

Manuel Vega Zúñiga

En la UAM-Xochimilco, se llevó a cabo el foro: «A cuatro años del inicio de la Cuarta Transformación: Retos, avances y tareas pendientes», con Alina Duarte y Diana Fuentes como panelistas, y con la participación de Jesús Ramírez Cuevas como invitado especial.

Me entusiasmó mucho este foro porque admiro y respeto a las personas referidas. Me parecen brillantes en sus diferentes áreas de acción e incidencia, conjuntan pensamiento crítico con praxis política concreta, y constituyen, para mí, pilares fundamentales del polo que aspira a profundizar el proceso de transformación democrática de México.

Diana Fuentes es una de las más destacadas filósofas marxistas jóvenes que tiene este país, fue discípula de Bolívar Echeverría. Diana es especialista en filosofía política, cultora del marxismo crítico en México.

Alina Duarte es periodista militante, latinoamericanista, feminista, especialista en geopolítica y relaciones internacionales. Es una de las periodistas independientes más valientes y mejor formadas políticamente que conozco.

Jesús Ramírez Cuevas, ¿qué presentación se puede hacer de él? Periodista, politólogo, documentalista. Uno de los principales referentes políticos que tengo. Integrante de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, y actualmente Vocero del Gobierno de la República.

Diana Fuentes en su intervención manifestó que es necesario recuperar la memoria histórica, saber: ¿de dónde venimos? Tener presentes las causas económico-políticas y las consecuencias mortales de décadas de neoliberalismo. Venimos de la costumbre política de privatizar los servicios públicos, de la “cultura política” de un mercado que, solapado por el Estado, ve en el ciudadano a un simple consumidor y no a ser humano. Cambiar esa cultura política y redireccionar la economía-política misma es una tarea titánica.

«Andábamos ya, a fuerza de costumbre, conformándonos con la falta de justicia, con la costumbre de que al Ministerio Público se le compra, de que el Juez apuesta por los más poderosos, que al Magistrado ni se le conoce», dice Diana Fuentes. «Venimos de pagar derecho de piso por tener una tortillería o una peluquería, venimos de los colgados en los puentes, de los entambados, de los desmembrados». De ahí vemos, y ese es el punto de referencia.

El punto de referencia mínimo que le de perspectiva histórica y política al juicio, al ejercicio de balance y perspectiva sobre el proceso de transformación que estamos viviendo. Teniendo esa realidad concreta como base, ella se pregunta: ¿En qué medida la política de la cuarta transformación ha fomentado la intensificación de la participación popular para la profundización de la democracia en el ámbito laboral, en el ámbito estudiantil, en el seno de las organizaciones sociales y políticas, para la defensa de los derechos humanos conquistados y del proyecto político frente a los embates futuros?

Alina Duarte en su intervención, expuso que, desde las calles y desde diversos medios de comunicación, le ha tocado vivir a ras de suelo en estos pocos años qué ha significado la cuarta transformación. Habló puntualmente de su participación política y militante en el proceso de consulta sobre el juicio a ex-presidentes. Y así, a ras de suelo, de estado en estado de la República, pudo constatar los diferentes pulsos, ritmos, riesgos, retos, de lo que significa la transformación en la política concreta. «No es lo mismo ser de la Cuarta Transformación aquí en la Ciudad de México, que librar esta batalla en Manzanillo, que librar esta batalla en Tamaulipas, o en Michoacán», sentenció Alina. La Transformación significa muchas cosas, muchos ejes, muchas dudas, muchos retos, muchos miedos y riesgos para mucha población.

Habló también de su experiencia de periodismo político en América Latina en torno a los gobiernos progresistas en la región, de cómo ve a México de cara a esta segunda oleada de gobiernos populares y antineoliberales en el continente, y de lo que significa asumir las contradicciones propias de un gobierno de izquierda que dejó de ser oposición, para ahora ser gobierno. 

Alina señala que es absolutamente ingenuo creer que el 01 de diciembre del 2018 se acabaron todos los males de México, que es sumamente cómodo pensar que luego del triunfo electoral ya podemos cruzarnos de brazos e irnos a nuestra casa a descansar, a ver qué dice y qué hace el Presidente Andrés Manuel López Obrador y si acaso limitarse a criticar en las redes sociales. «Pero hay otra gente que asumió ese reto, que está en la batalla todos los días, que se enfrenta a todas estas contradicciones», afirma. Y las preguntas que lanza como dardos hacia el auditorio son: ¿Qué hacemos como juventudes en esta coyuntura política que nos ha tocado vivir? ¿Qué es lo que está en juego en este país? ¿Quiénes están enojados con la política económica de la Cuarta Transformación? ¿Qué representa la Alianza “Va por México” que es capaz de unir a todos los partidos políticos en contra de MORENA?

Jesús Ramírez Cuevas, por su parte, refiere que las Universidades deben ser espacios de debate, de discusión, de formación del pensamiento, de conocimiento de la realidad pero también de conocimiento para alimentar la acción; para transformar. No sólo contemplar la realidad, no sólo analizarla, sino también transformarla. Y las Universidades actualmente no han asumido todavía ese reto de transformar este país en un lugar mejor para vivir de las grandes mayorías, y no conformarse con ser el espacio para la reproducción cultural e ideológica del statu quo y para la especialización de la mano de obra de la clase media profesionista.

Conectando con la pregunta inicial de Diana Fuentes sobre: ¿De dónde venimos? Jesús Ramírez compartió una anécdota señalando que alguna vez le hicieron esa misma pregunta a Carlos Monsiváis, en San Luis Potosí. «En el cerro de San Pedro, uno que ya no existe, que destruyó y se devoró una minera canadiense. Y en medio de la desolación, un grupo de personas a pesar del horror que era tener al Estado en contra, a la minera en contra, a la policía en contra, al mismo Presidente de la República, Vicente Fox, en contra, amenazando al presidente municipal para aprobar la mina, le preguntaron a Monsiváis: ¿El país a dónde va? ¿De dónde venimos? ¿Qué somos?».

A lo que Carlos respondió que si pensamos la historia de México, es una historia de resistencia, es una historia de resistencias nacionales, locales, y sectoriales. Y bajo la estela de Walter Benjamin, Monsiváis planteaba que podemos reconstruir la historia de México a partir de esas resistencias.

Jesús Ramírez sostiene que lo que recuperó la Cuarta Transformación es el sentir de un proyecto de país, el derecho que tienen los pueblos de forjar su propio porvenir, de tomar en sus manos su destino y decidir el camino que quieran andar. «La Cuarta Transformación es parte de esa lucha. En el gobierno hoy estamos luchando. Enfrentando a los poderes conservadores que se resisten a cambiar, que se habían apoderado del presupuesto público, que se habían apoderado de las instituciones, que se habían apoderado de la riqueza nacional y que habían excluido socialmente a la mayoría de la población».

Jesús afirma que el neoliberalismo destruyó la idea de lo público, de lo común. Y que: «Nos han querido dividir, fragmentar, cuando la democracia, cuando la lucha y los valores universales nos unen: la lucha por la igualdad une a todas las causas de los diferentes, de las especificidades. Y eso es lo que está detrás del proyecto de la Cuarta Transformación».  Y en ello que afirma, se encuentra el corazón mismo del proceso de transformación.  

Los retos son todavía muchos e inmensos: La lucha por la soberanía energética, por la soberanía alimentaria, por la autodeterminación de los pueblos y del ser humano, la lucha por la construcción y consolidación del Estado de bienestar que traiga consigo paz con justicia social, desarrollo integral con distribución equitativa de la riqueza. La expansión de la democracia a todos los ámbitos de la vida humana. La destrucción de la opresión patriarcal,  del signo del racismo colonial que habita en la vida cotidiana. Está comenzando un cambio, se están sentando las bases del cambio, y eso es lo que tenemos que profundizar, se requiere más que nunca de la participación popular, de los pueblos, de los estudiantes, de la clase trabajadora, de las universidades, para recuperar el sentido del bien común.

Sin duda alguna es la hora de los pueblos, y es preciso construir poder popular.  Cuando le preguntan a Jesús su balance actual del proceso de transformación, responde corto y contundente: “Está todavía todo por hacerse”.